sábado, 25 de septiembre de 2010

¿Qué quiero hacer yo en mi vida?

En entregas anteriores, comenzaba a tratar de una forma sencilla el problema existente en nuestros días que es la falta de sentido, fruto del nulo conocimiento que se tiene sobre la propia persona. No hay un verdadero conocimiento sobre sí. Ello genera crisis, ansiedad, desesperación, pero lo más importante, se pierde la capacidad de decisión sobre lo que uno quiere en su propia vida.
¿Qué quiero hacer yo en mi vida? Es una pregunta fundamental que surge cuando precisamente se comienza a cuestionarse, a interrogarse, pero con un propósito objetivo que es realmente confrontarse para salir de la parálisis de la que se puede ser víctima.
Una premisa es aceptar, la “vida es un misterio”, como dice el P. Cencini, lo que va a permitir ser libres es la forma en la cual hagamos la aproximación a lo que él llama el “misterio” de nuestra vida. Hay dos posibles vías, una destructiva e inmóvil o por el otro lado, una constructiva y dinámica, que permita avanzar e ir en busca de lo que verdaderamente queremos y anhelamos.
Es cierto por otro lado, ese misterio genera dudas y con ello conclusiones incorrectas. En el mundo, todo quiere atenderse con silogismos, con premisas que nos llevan a un pensamiento deductivo que generalmente lleva a aspectos incorrectos sobre nuestra persona, porque por esos silogismos afirman que el presente es una realidad de determinada manera, por lo tanto, el futuro será de la misma manera porque lo obtuve por una deducción. Seguimos enfrascados en el mismo punto de partida, ¿quién soy y qué quiero? El presente, no significa lo que voy a hacer, al menos no lo determina.
En estos casos qué hacer, lo primero es reconocer, se necesita de ayuda para encontrar el camino para avanzar sobre el misterio de nuestra propia vida, esto quiere decir, aprender a vivir con sencillez y docilidad a lo que estoy experimentando, es asumir la realidad presente en la que estoy y comenzar desde ahí. Si aprendo esto, encuentro la verdadera humildad de reconocer que no lo puedo todo sólo y necesito guía para escuchar mi voz interior y el llamado para seguir mi vocación en esta vida.
Cuando se dan estos pasos de reconocimiento sobre la propia falta de conocimiento sobre sí, puede comprender mejor los elementos que le rodean para así ir encontrando las piezas en el rompecabezas de su vida y existencia. Inclusive en el aspecto profesional, se puede comenzar con los aspectos de las preferencias y capacidades, para así llegar a un pensamiento crítico y poder buscar la verdad de la voz interior.
Si vamos por ese camino, comprenderemos que la duda no es mala si tiene buen cause. La duda permite emerger las ficciones y verdades parciales de nuestra vida para de esa manera, encontrar la verdad.
Es curioso pero mientras más dudas tengamos sobre ciertas decisiones que debemos tomar, será la mejor opción elegida, ello porque nos exige mayor análisis y confrontación de la propia decisión. Por otro lado, cuando no hay dudas, es signo inequívoco de problemas. Hay un dicho popular, lo que bien vale la pena, cuesta mucho trabajo. La vida del hombre será por tanto una constante lucha, dice el libro de Job. El temple del hombre se prueba en las más duras y arduas dificultades.
Otra premisa, del P. Amadeo Cencini es, si la vida es un misterio, también el misterio es vida. Ello nos invita a entrar el diálogo con la parte más íntima de nuestro ser, porque encontraremos a lo largo de nuestra vida en todas sus etapas van apareciendo diversos signos que nos han marcado, nos han indicado el camino y muchas veces, han denotado cierta insatisfacción o frustración. Pero eso nos hizo y nos configuró, esa es nuestra historia personal.
Si analizamos esa historia, nos daremos cuenta que ese misterio ha estado presente, en muchas ocasiones más visible y palpable que en otras, pero ahí de la reconciliación y aceptación de ello es que encontramos la ecuanimidad o la tensión. La apertura del hombre será determinante para apreciar los trascendentales del ser, es decir, lo verdadero, lo bueno, bello; pero también a la realidad de nuestros límites temporales y espaciales.
Nuestro desarrollo como personas, es único, porque es personal, hace que nos llenemos de la pregunta, del cómo, por ejemplo, del cómo he llegado hasta aquí, cómo caí tan bajo, cómo le hago, en fin. Pero lo más importante, es la comprensión del misterio, mismo que está dentro de nosotros, San Agustín decía, “noli foras ire, in teipsum reddi; in interiore homine habitat veritas” (no vayas fuera, entra en ti mismo, en el hombre habita la verdad). En esa historia es donde se localiza quiénes somos.
Esa es una primera aproximación, pero lo que en verdad cuesta trabajo, es formularse preguntas acertadas para descubrir en mi interior quién soy. En lo personal, me propuse la pregunta con la que titulo esta colaboración, y otra que hago es si estoy dispuesto a luchar por ello. Este método conocido como mayéutica permite a partir de preguntas encontrar respuestas certeras, pero en muchas ocasiones, encontramos mucho más sencillo responder que cuestionar.
En otra entrega seguiremos con la importancia de las preguntas en nuestra vida, para dar así lugar a La pregunta.

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