lunes, 10 de septiembre de 2012

A dos años

Hace unos días cumplimos dos años al aire, son dos años de historias, hechos, eventos, momentos y cosas aprendidas y compartidas. De verdad las únicas palabras en mente son de agradecimiento para todos y cada uno de ustedes quienes leen y comentan nuestros post.
Dos años, recordamos con gusto y emoción nuestro primer artículo referente al por qué el nombre de nuestro blog, ¡No, cómo no! A dos años, la razón de ser sigue siendo la misma, seguir trabajando y establecer nuevos horizontes, retos, metas y objetivos.
En este aniversario, a dos años del inicio, vemos hacia el futuro con muchas ganas de ir a más y dar los siguientes pasos para seguir avanzando. Muchas gracias a todos quienes han ayudado y siguen construyendo este espacio.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Efetá

El XXIII Domingo del Tiempo Ordinario (Mc 7, 31 – 37), vemos el asombro causado por Cristo ante sus milagros.
“Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.
Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Abrete". Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.
Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos"”.
En su vida pública Jesús nos muestra la importancia de no poder perder tiempo para cumplir la misión dada por su Padre. Logró establecer su Iglesia, dar los primeros ministerios y dejarnos a su vez la misión de ir por todo el mundo a anunciar la buena nueva de Cristo.
La escena evangélica nos recuerda en cierto modo a nuestras vidas, todos nos buscamos acercar a Cristo de una forma u otra por nuestra sed de Él. Hay ocasiones en las cuales personas nos acercan a Él, pero en el momento de la verdad, sólo somos Dios y nosotros.
En ese espacio íntimo, es donde podemos dejar a Cristo tocar nuestra vida. Es ahí donde nos dirá esas palabras únicas, Éfeta, ábrete al amor de Dios, a su misericordia, a su proyecto. La santidad comienza en ese instante, cuando Cristo, te toca, cuando es ese encuentro profundo, el cual marcará definitivamente, decía el P. Pio, el pasado se lo dejaremos a la misericordia de Dios, el presente a su amor y el futuro a la providencia.
Lo importante será ir para adelante y sólo confiar en Dios, en su providencia, abrazar su proyecto y Él hará lo demás. Así podremos unirnos a las voces de todos a quienes Cristo nos ha maravillado, cautivado, atrapado, enamorado y donde podemos sentirnos amados, “todo lo ha hecho bien”, porque es Dios.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Lo que es

Las grades lecciones en la vida las recibimos de personas muy cercanas y queridas, ya sea por su testimonio, por sus palabras o consejos. En estos días reflexionando con varios amigos quienes dejan México, comentábamos sobre una de las virtudes más grandes del hombre, pero también, el gran motivo de la lucha constante, la humildad.
La humildad es una virtud mal comprendida, porque muchas personas la asocian al aspecto económico, monetario. Ligan a una persona humilde porque no ostenta su riqueza, nada más equivocado y fuera de la dimensión de la esencia de la humildad verdadera.
La humildad es lo que es, según palabras de Madre Teresa, la humildad es la verdad. La humildad no es sentirme apocado, con temor a demostrar las capacidades o potencialidades, es poner los talentos al servicio de los demás, eso sí, sin ser petulante o alardear de ellos. Simplemente ser.
Una persona humilde, jamás le dice a otra persona soberbia, simplemente observa, no hace juicios temerarios, porque se comprende el hecho de apuntar un dedo, se regresan cuatro. Una persona quien verdaderamente vive la humildad, tampoco le exige a la otra ser humilde, porque no sabe el proceso de la otra persona.
Vivir en la verdad, lo que es, lo que eres es aprender también a vivir en la libertad es ser humilde.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Amar las cosas de Dios y no a Dios

En el XXII Domingo del Tiempo Ordinario (Mc 7, 1 – 8. 14 – 15. 21 – 23) Jesús nos alerta de caer en un falso catolicismo.
“Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?".
Él les respondió: "¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres".
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.
Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre"”.
El problema del hombre actual es no ir a lo profundo, es decir, no buscan la esencia de las cosas y se quedan con lo aparente, en un sentido filosófico, llamaríamos los accidentes, pero no nos aventuramos a ir más allá.
Es lógico poder comprender el por qué se vive hoy un catolicismo farisaico, donde el observar la norma por cumplirla me impide vivir en la auténtica libertad de ser hijo de Dios, libertad obtenida por la cruz.
Entonces es cuando corremos el grave peligro de amar las cosas de Dios y no a Dios, como bien afirmaba el Cardenal Van Thuan. Nos enfrascamos en la religiosidad, pero no aprendemos a vivir la religión.
Por eso vemos el pasaje evangélico las palabras fuertes de Jesús, porque los fariseos eran maestros en el cumplimiento externo de la ley, pero por dentro estaban podridos. La norma, la exigencia, pero sin asimilar el por qué
¡Hipócritas! Es la palabra muy fuerte, pero si analizamos su raíz, nos indica una apariencia, falso, engañosa. Los fariseos aparentaban amar a Dios, pero no, amaban más su ley. Los fariseos daban un falso testimonio y por tanto vivían en un engaño constante.
La advertencia de Jesús, mejor cuida tu corazón, porque de ahí brota todo, tanto la maldad como la bondad. Aprende a vivir en la libertad ganada en la cruz, aprende a poner límites en tu vida para poder estar en una unión perfecta.
Busca dentro de ti, no vayas fuera, diría San Agustín, es cierto, nada podrá lastimarte del exterior si no le das entrada, si no te escandalizas y si aprendes a confiar en Dios.
En la confianza a Dios radica el éxito para aprender a vivir de acuerdo al amor a Dios. Si vivimos con ese principio como eje, los Mandamientos se tornan una respuesta libre al amor de Dios, viviremos en la alegría de las Bienaventuranzas.
Cuando vivimos así, es posible entonces experimentar el gozo y la alegría de quien se ha sentido tocado por Dios. Cuando hay esa unión vital es imposible experimentar tristeza, depresión o desolación.
El amor es la respuesta para aprender a vivir la religión, para hacerla nuestro estilo de vida, para encontrar en el otro a Cristo y así tener la certeza, Dios está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.