domingo, 9 de septiembre de 2012

Efetá

El XXIII Domingo del Tiempo Ordinario (Mc 7, 31 – 37), vemos el asombro causado por Cristo ante sus milagros.
“Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.
Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Abrete". Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.
Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos"”.
En su vida pública Jesús nos muestra la importancia de no poder perder tiempo para cumplir la misión dada por su Padre. Logró establecer su Iglesia, dar los primeros ministerios y dejarnos a su vez la misión de ir por todo el mundo a anunciar la buena nueva de Cristo.
La escena evangélica nos recuerda en cierto modo a nuestras vidas, todos nos buscamos acercar a Cristo de una forma u otra por nuestra sed de Él. Hay ocasiones en las cuales personas nos acercan a Él, pero en el momento de la verdad, sólo somos Dios y nosotros.
En ese espacio íntimo, es donde podemos dejar a Cristo tocar nuestra vida. Es ahí donde nos dirá esas palabras únicas, Éfeta, ábrete al amor de Dios, a su misericordia, a su proyecto. La santidad comienza en ese instante, cuando Cristo, te toca, cuando es ese encuentro profundo, el cual marcará definitivamente, decía el P. Pio, el pasado se lo dejaremos a la misericordia de Dios, el presente a su amor y el futuro a la providencia.
Lo importante será ir para adelante y sólo confiar en Dios, en su providencia, abrazar su proyecto y Él hará lo demás. Así podremos unirnos a las voces de todos a quienes Cristo nos ha maravillado, cautivado, atrapado, enamorado y donde podemos sentirnos amados, “todo lo ha hecho bien”, porque es Dios.

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