domingo, 30 de junio de 2013

A donde quieras

XIII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 9, 51 – 62) Cristo nos da unas claras instrucciones para su seguimiento.
“Como ya se acercaba el tiempo en que sería llevado al cielo, Jesús emprendió resueltamente el camino a Jerusalén.
Envió mensajeros delante de él, que fueron y entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento. Pero los samaritanos no lo quisieron recibir porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto sus discípulos Santiago y Juan, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que los consuma?» Pero Jesús se volvió y los reprendió. Y continuaron el camino hacia otra aldea.
Mientras iban de camino, alguien le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le contestó: «Los zorros tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero el Hijo del Hombre ni siquiera tiene donde recostar la cabeza».
Jesús dijo a otro: «Sígueme». El contestó: «Señor, deja que me vaya y pueda primero enterrar a mi padre». Jesús le dijo: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve a anunciar el Reino de Dios».
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero antes déjame despedirme de mi familia». Jesús le contestó: «El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios»”.
Curioso pasaje del Evangelio el presentado por el Ciclo Litúrgico, porque Jesús se encontraba en camino de regreso a Jerusalén, pero necesariamente debía pasar por la región de Samaria, la cual, no eran particularmente hospitalarios con los judíos. Ante ello, no aceptaron a Jesús.
La reacción de los hijos del Trueno fue, el querer buscar un castigo a quien no aceptaba a Jesús, pero lo buscaban hacer pidiendo su destrucción. Pudiera parecer una reacción de un católico del siglo XXI, el cual pide la aniquilación para quien no está de acuerdo con él y la forma actual, es la crítica, la calumnia, la difamación, en pocas palabras, matar el buen nombre de las personas.
Jesús responde ante ello con una severa amonestación, pocas veces se menciona en el Evangelio sobre la molestia de Jesús sobre algún punto, pero en esta ocasión no lo deja pasar. Ello hace eco en nuestros días, porque nuestra única responsabilidad es el amor, responder al mal con el bien y el odio con amor. Sólo ese es el camino para romper el círculo vicioso del mal, para crear uno virtuoso del amor.
Si bien buscamos ir en pos de Jesús, siempre viene la promesa, a donde quieras, es donde yo iré. Ahí vine la dificultad, porque la exigencia del proyecto de Jesús es muy alta, es muy demandante, porque no es cuestión de renuncia, sino de elección, ofreciendo el máximo grado de libertad, el seguimiento.
Conforme va avanzando en su caminar, de la misma manera, lo hace en nuestra vida, Jesús nos va llamando, pero en cada momento o situación le respondemos de una u otra forma. Hasta no lograr nuestra plena conversión, la forma en la cual atendemos el llamado dependió del momento en particular, en algunas ocasiones contestamos no, porque estoy realizando tal proyecto, en otra fue de la misma manera, porque no estaba preparado.
Los no´s fueron tan constantes y reiterados, pero llegó un momento en donde descubrimos el verdadero sentido de nuestra vocación al amor y nuestra respuesta fue un contundente y rotundo sí: a donde quieras llevarme iré, con la fuerza, la certeza y la vitalidad de tu amor.
Ahora comprendemos el último párrafo, el seguimiento de Jesús no es para ver por el retrovisor, es decir, no podemos ver hacia el pasado, debemos empuñar el arado y sólo ir para adelante, si bien hay elementos vividos o experimentados ancla, se deben soltar para sólo ir adelante.
En seguimiento implicará el abandono pleno a la providencia de Dios, quien irá marcando el rito, el paso y el camino, sólo basta decir sí, acompañado de la expresión a donde quieras.

lunes, 24 de junio de 2013

Un ejercicio importante

Hoy reflexionaba mientras realizaba mi rutina acostumbrada sobre lo fundamental no sólo del ejercicio físico, sino del espiritual, elementos para fortalecer nuestro espíritu y nos hagan fortalecerlo.
El ejercicio físico nos permite desarrollar una serie de actitudes y aptitudes, porque nos da constancia, disciplina y una gran fuerza de voluntad; además dicen los expertos, permite soltar endorfinas, las cuales nos brindan una sensación de felicidad y de bienestar.
Si todas esas bondades las recibimos del ejercicio físico, imaginemos si logramos hacerlo con nuestro espíritu. Son muchas las formas en las cuales podemos ejercitar el espíritu, mencionamos algunas:
·         Leer al menos 20 minutos diarios sobre cualquier tema, podemos iniciar con tópicos a fines a nuestros quehaceres. Ello nos brindará mayor cultura y amplitud de vocabulario.
·         Meditar por un mínimo de 10 minutos, para poder entrar en contacto con nosotros mismos, escucharnos y conocernos mejor. Hay diversos métodos y disciplinas para ello.
·         Escuchar música, permite transportarnos a diversos ambientes y desarrolla nuestros sentidos internos.
·         Escribir o llevar un diario, porque compartimos nuestras reflexiones, sentir en un momento en particular, además nos permite desarrollar nuestras habilidades de comunicación.
Son unas sencillas cosas para comenzar, poco a poco se pueden introducir más, con las anteriores es suficiente por un inicio. No olvidemos es un ejercicio importante para mejorar nuestra calidad de vida.

domingo, 23 de junio de 2013

Es para mí


Llegamos al XIII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 9, 18 – 24) donde hoy se nos pide realizar un compartir sobre el significado para mí de quién es Jesús en mi vida.
“Un día Jesús se había apartado un poco para orar, pero sus discípulos estaban con él. Entonces les preguntó: «Según el parecer de la gente, ¿quién soy yo?». Ellos contestaron: «Unos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías, y otros que eres alguno de los profetas antiguos que ha resucitado».
Entonces les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro respondió: «Tú eres el Cristo de Dios». Jesús les hizo esta advertencia: «No se lo digan a nadie».
Y les decía: «El Hijo del Hombre tiene que sufrir mucho y ser rechazado por las autoridades judías, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la Ley. Lo condenarán a muerte, pero tres días después resucitará».
También Jesús decía a toda la gente: «Si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y que me siga. Les digo: el que quiera salvarse a sí mismo, se perderá; y el que pierda su vida por causa mía, se salvará»”.
Al escuchar el anterior pasaje evangélico, es muy usual escuchar la reflexión sobre el mismo en dos ejes, quién es Jesús para mí y la otra, tomar conciencia de la importancia de construir para la vida eterna lo cual se traduce en dar la vida por la mayor causa, Jesucristo.
Pero creo es necesario hacer un ejercicio de compartir nuestra vivencia de fe, es muy importante hacer nuestra las palabras de San Pedro “estén dispuestos a dar razones de su esperanza a quien les pregunte”.
Porque podemos decir, Cristo para mí es un profeta, porque escucho su Palabra, pero se queda en profeta porque no la vivo. Puedo decir es el Mesías, es el ungido, pero no me siento redimido por Él. Son muchos los adjetivos pero si no hago una experiencia con una persona viva, mi fe se queda limitada, se queda estéril, se queda en una relación con algo y no con Alguien.
Hoy podemos decir, mi experiencia con el resucitado es para mí, un encuentro con quien le ha dado un nuevo significado a mi vida, porque he experimentado el Amor perfecto, eterno, ilimitado, porque gracias a Jesús mi relación con Dios se convirtió en Padre.
Es para mí un nuevo sentido a mis sin sentidos, mis iniquidades, limitaciones y faltas, porque me dice te amo por quien eres y no por tus obras, porque así como eres, eres perfecto. Desde toda la eternidad te consagré, desde antes de engendrarte en el seno materno te llamé.
Es para mí, una fuente inagotable de misericordia, porque a pesar de mis caídas, de mis desamores, de mis pecados, siempre me espera como ese padre providente en espera de su hijo pródigo. Porque siempre va por mí cuando me encuentro perdido.
Es para mí, la relación más íntima posible e imaginable, sustentada en el amor, en la amistad, porque sabe todo, absolutamente todo de mí y aún así me sigue amando. Porque gracias a esa relación soy capaz de encontrarme con el otro, porque me he sentido amado y puedo amar.
Gracias a todo ello es por lo cual soy capaz de tomar la Cruz, para hacerlo de la misma forma en la cual lo hizo el Señor, con dignidad y amor. Pero también he comprendido lo mejor, el vivir de cara a la vida eterna. Puedo decir, jamás me he sentido defraudado por creer en Jesucristo.

viernes, 21 de junio de 2013

100 días de frivolidad total

En fechas recientes se cumplieron los primeros 100 días de frivolidad total, de quien encabeza la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera Espinosa.
Si bien el Dr. Mancera fue electo con una enorme ventaja y por una gran mayoría, actualmente su popularidad ha comenzado a descender por su evidente carencia de manejo político para su cargo
El Gobierno del Distrito Federal no se ve con un rumbo o una política clara. Se presumía sería una continuidad de su predecesor Marcelo Luis Ebrard Casaubón, en una línea de izquierda “progresista”, pero no ha dado señales claras.
Peor aún, Miguel Mancera ha recibido en herencia a los más viles representantes de las huestes del PRD, sin ser capaz de conjuntar a un equipo propio. Agregado a ello, es blanco constante de las más deleznables tribus del PRD y Morena.
No podemos no mencionar el aumento de la violencia en la capital de país y el mal manejo de crisis por parte del Gobierno. No son capaces de aceptar lo impensable, en el Distrito Federal ya opera el crimen organizado y es motivo de preocupación de muchos sectores.
En los días recientes con las primeras lluvias de verano, se ha visto colapsada la vialidad y con las obras a medio trabajo se torna imposible circular en la Ciudad. Por si fuera poco, en vías primarias como Insurgentes Sur autobuses secuestran un carril porque el parque de diversiones Kidzania no cuenta con estacionamiento apropiado y la “autoridad vial” no hace nada al respecto.
Pero eso sí, el Sr. Mancera, departe en los mejores eventos, aparece como uno de los solteros más codiciados en una prestigiosa revista, responde a los “tweets” de una famosa actriz y este a su vez envía al Procurador para su auxilio, en fin. Su mandato lleva 100 días de frivolidad total.

miércoles, 19 de junio de 2013

Un recuerdo de amor

Hace unos días reflexionaba con unas queridas amigas sobre ciertos aspectos de nuestras vidas. Hablábamos de trivialidades, pero también, de vivencias clave, las cuales nos han marcado para bien o para mal.
Un tema complicado es el tratar la vida sentimental o amorosa, porque siempre hay alguien quien nos ha marcado de forma definitiva, aún siendo la actual o anteriores relaciones. Ese alguien quien sin ser el amor de la vida, pudo serlo, pero como novela, no se dio.
Esa persona tan especial ha marcado a tal grado nuestras vidas, incluso se ha convertido, incorrectamente, en parámetro de comparación para las relaciones, porque se ha transformado en una sombra, en un recuerdo vivo. Ese “memorial” muchas veces no nos deja transitar, avanzar y madurar.
Ello se ha dado porque no cerramos el ciclo o se cortó de tajo sin comprender el misterio de lo sucedido, anhelamos desentrañar el misterio de por qué fue así. Todo iba viento en popa y de improvisto, todo cambió, aquello sembrado en el amor con esperanza e ilusión, se convierte en una tempestad.
El remolino ocasionado en el ser, tanto a nivel emocional se hace imposible de sobrellevar, la razón no encuentra argumentos para comprender, es tal el dolor del corazón, del amor, al extremo de manifestarse como un dolor físico. En pocas palabras, se llega a experimentar la muerte en vida.
Es enorme la desestabilización experimentada por nuestro ser, busca regresar a los elementos primarios donde encuentra o busca encontrar en sentido de la vida, de voltear la hoja de la historia, pero en ocasiones cuesta demasiado.
La conclusión a la cual llegamos en esa conversación sólo se puede comprender a la luz de quien ha experimentado esa sensación, quien la sigue viviendo y quien estoicamente la sobrelleva. Se debe transformar toda esa energía contenida, una vez llorada, en un recuerdo de amor.
Un recuerdo de amor el cual nos impulse a sacudirnos el polvo de la enorme caída sufrida, a levantarnos y tratar de seguir adelante, a enfrentarnos al miedo generado por las relaciones y a buscar la luz tras la oscuridad. Sólo el encontrar el amor verdadero hace posible sanar cualquier herida, porque el amor es una fuerza transformadora y vitalizadora.
Dicen los sabios “mejor el silencio… El tiempo ira sanando lo impronunciable, pues lastima inútilmente… Y la sombra… habla de más”. No queda otra alternativa, aprender a vivir con esa sombra y transformarla en energía vital para volver a subirnos en la aventura del amor.

lunes, 17 de junio de 2013

Una caja

Hace unos días, tuve la necesidad de acomodar varias cajas de mi habitación para poder hacer más espacio en los cajones de mi escritorio. Me quedé impresionado de la cantidad de recuerdos en una caja, cada pedazo de papel, cada tarea, pase de abordar de avión, en fin.
Pero también reflexionaba el hecho de querer aferrarnos al pasado, si bien, cada recuerdo me sacaba una sonrisa porque me recordaba grandes cosas, momentos y también, fundamentales lecciones, pero no iban a volver jamás y esa es una realidad.
Una caja “contenía” gran parte de mi vida según yo y al meditar también la realidad de la imposibilidad de volver vivir todo ello, decidí tirar casi todo el contenido de las cajas. Si no había necesitado el contendido de las mismas en años, seguramente, en los años siguientes tampoco.
Ni siquiera fue por un aspecto de practicidad, sino de una reflexión profunda, para vivir el presente, es necesario tirar el pasado y no llevar nada al futuro. Esas cajas representaban un lastre para mi vida, además de ocupar un espacio necesario el cual debe ser llenado con nuevas cosas, expectativas y formar nuevos y gratos recuerdos.
Pero en sí, la vida es una caja. Cada uno vamos acumulando memorias, experiencias, situaciones, enseñanzas, pero depende de cada uno con cuál queremos quedarnos, con aquellas valiosas, con las cuales crecimos, aprendimos, maduramos, pero también, con el amor sembrado y recolectado.
En eso se mide la verdadera riqueza de las personas, en el amor contenido en una caja la cuál es su vida. Ahí también hay un lugar muy especial para las personas a quienes amamos, a quienes han alegrado nuestra vida, de quienes hemos aprendido, de quien nos presentó una oportunidad para crecer y madurar.
Una caja, la cual al final de nuestras vidas, espero este llena de amor y no vacía como al principio de la misma. Sólo conservar lo mejor, sea para cada cual lo que represente.

domingo, 16 de junio de 2013

Yo soy de esos

El itinerario del Tiempo Litúrgico avanza con mensajes claros, en el 11° Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 7, 36 – 50. 1 – 3), Jesús nos da una gran lección.
“Un fariseo invitó a Jesús a comer. Entró en casa del fariseo y se reclinó en el sofá para comer.
En aquel pueblo había una mujer conocida como una pecadora; al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, tomó un frasco de perfume, se colocó detrás de él, a sus pies, y se puso a llorar. Sus lágrimas empezaron a regar los pies de Jesús y ella trató de secarlos con su cabello. Luego le besaba los pies y derramaba sobre ellos el perfume.
Al ver esto el fariseo que lo había invitado, se dijo interiormente: «Si este hombre fuera profeta, sabría que la mujer que lo está tocando es una pecadora, conocería a la mujer y lo que vale.»
Pero Jesús, tomando la palabra, le dijo: «Simón, tengo algo que decirte.» Simón contestó: «Habla, Maestro.» Y Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientas monedas y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a ambos. ¿Cuál de los dos lo querrá más?»
Simón le contestó: «Pienso que aquel a quien le perdonó más.» Y Jesús le dijo: «Has juzgado bien.»
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: « ¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me ofreciste agua para los pies, mientras que ella me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha secado con sus cabellos. Tú no me has recibido con un beso, pero ella, desde que entró, no ha dejado de cubrirme los pies de besos. Tú no me ungiste la cabeza con aceite; ella, en cambio, ha derramado perfume sobre mis pies.
Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le quedan perdonados, por el mucho amor que ha manifestado. En cambio aquel al que se le perdona poco, demuestra poco amor.»
Jesús dijo después a la mujer: «Tus pecados te quedan perdonados». Y los que estaban con él a la mesa empezaron a pensar: « ¿Así que ahora pretende perdonar pecados?»
Pero de nuevo Jesús se dirigió a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»
Jesús iba recorriendo ciudades y aldeas predicando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres a las que había curado de espíritus malos o de enfermedades: María, por sobrenombre Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de un administrador de Herodes, llamado Cuza; Susana, y varias otras que los atendían con sus propios recursos.
El pasaje evangélico nos lleva a contemplar las diferentes actitudes de Jesús, por un lado frente a los poderosos, a los soberbios y a quienes la costumbre y la observancia de la ley “a raja tabla” ha tornado frío su corazón, como es el caso de los fariseos.
Por otro lado, frente a los sencillos, quienes reconocen su realidad, quienes el peso de su pecado les hace tomar conciencia de su humanidad y de su fragilidad, quienes se dan cuenta de su insignificancia frente al Maestro y quienes están dispuestos a la humillación total con tal de estar cerca de Jesús y no les importa lavarle los pies.
También nos muestra su faceta de Maestro, pero no de la ley vacía y sin sentido, sino de quien ama a sus discípulos, les enseña con amor, pero les da la lección como es, en este caso, de la misericordia.
Jesús nos invita en especial en este Evangelio a recordar lo esencial de su mensaje, la misericordia, sustentada en el amor de Dios. Pero también, nos alerta de no perdernos en un ritualismo o una falsa religiosidad, pensando en el cumplimiento de la ley, sin sentido, sin entender el hecho de la respuesta del amor con amor y no por cumplir, porque eso es una hipocresía y un absurdo.
El ritualismo se puede convertir en asistir a Misa todos los días o los domingos, Comulgar, confesarme, rezar diversos actos de piedad, pero si ello no trasciende, si no vive Jesús en mi corazón es una fe hueca. Es como los discípulos de Emaús, Cristo está en medio de nosotros, pero no le reconocemos.
Pasa como el fariseo del texto, Cristo estuvo en su casa invitado y ni siquiera le ofreció un agua. ¡Fuerte comparación! Jesús entra en lo más profundo de nuestra intimidad y no le ofrecemos ni agua en nuestro corazón, está pero es como un objeto más dentro de nuestra cotidianeidad.
Incluso cuando se llega a ese grado, se le pierde el sabor a la Eucaristía, la Palabra de Dios ya no permea nuestra alma, no vivimos en el amor, no somos capaces de servir a los demás, estamos ensimismados en nosotros mismos. Cuando no expresamos el amor en servicio, todo nuestro quehacer es sin sentido y falso. Incluso los pastores pueden caer en el ritualismo cuando ya no le encuentran sentido a su ministerio o no aman a su grey.
Jesús agrega, cuidado con juzgar, porque ni siquiera tú has sido capaz de darme agua.
La verdadera fe en el Señor, necesariamente nos lleva a una actitud como la mujer del texto. El confrontarnos a nuestra realidad contra el amor de Dios, inmediatamente nos lleva a besar los pies a Jesús, el ni siquiera preguntarnos el por qué de su amor, sino el cómo voy a responder a ello.
Me siento indigno, por eso siento la necesidad de enjugar con lágrimas sus pies, para poder así lavar nuestros pecados, nuestra inmundicia, frivolidad, cerrazón. Es así, en esa humildad cuando Jesús nos levanta nos ama, porque nos ha perdonado mucho, porque son enormes nuestros pecados, pero eso no le importa, sólo nos ama por quien somos.
Cuando experimentamos ese amor, aprendemos bien la lección, nos sentimos perdonados, entonces nuestro deber se torna en perdonar amando. Hoy mi oración es para pedirle al Señor, el permitirme poder decir un día, yo soy de esos pecadores quienes llegan a lavarle los pies con mis lágrimas, para así ser de esos a quienes les han perdonado mucho, porque hemos amado mucho.

lunes, 3 de junio de 2013

Lo mejor posible

Llevamos comentando desde hace tres entregas mencionando sobre sencillos pasos para aprender a vivir en libertad. Ninguno es externo, todos dependen de nosotros mismos.
En nuestra vida pasamos con incertidumbre sobre nuestro quehacer, ¿hice lo mejor posible? ¿Pude haber dado más? ¿Ya no había nada por hacer? Todo ello nos da intranquilidad, roba nuestra paz interior, pero lo más duro, es el constante reproche de nuestro implacable juez interno.
Entonces ¿qué hacer? En primer lugar ser muy conscientes de nosotros mismos, de nuestras capacidades y limitaciones, pero también, aceptarnos como humanos para así lograr dar el segundo paso, en nuestra vida, hacemos lo mejor posible.
Atención, lo anterior no significa vivir de forma mediocre o a la liguera, por el contrario, es estar dispuestos a dar la pelea todos los días, en todas y cada una de las tareas a realizar y por emprender, a dar el 100% en todas nuestras relaciones y a esforzarnos en el amor.
Lo anterior es muy demandante, por eso es importante a estar conscientes, hacemos lo mejor posible, nos entregamos a cada momento, en cada cosa; ello no implica el estar exentos a enfrentarnos a elementos o agentes externos los cuales nos impedirán obtener los resultados esperados, pero nosotros tendremos la seguridad de haber dado lo mejor de nosotros.
Así viviremos en paz interior y nuevamente seremos capaces de experimentar la verdadera libertad y por tanto ser felices. Al hacer lo mejor posible, estaremos listos para cualquier batalla, porque sabemos nuestra capacidad de entrega y dedicación, nuestra vida cobrará una nueva dimensión, el aprender a valorar siempre el aquí y el ahora.