Llevamos comentando desde hace tres entregas mencionando
sobre sencillos pasos para aprender a vivir en libertad. Ninguno es externo,
todos dependen de nosotros mismos.
En nuestra vida pasamos con incertidumbre sobre nuestro
quehacer, ¿hice lo mejor posible? ¿Pude haber dado más? ¿Ya no había nada por
hacer? Todo ello nos da intranquilidad, roba nuestra paz interior, pero lo más
duro, es el constante reproche de nuestro implacable juez interno.
Entonces ¿qué hacer? En primer lugar ser muy conscientes de nosotros
mismos, de nuestras capacidades y limitaciones, pero también, aceptarnos como
humanos para así lograr dar el segundo paso, en nuestra vida, hacemos lo mejor
posible.
Atención, lo anterior no significa vivir de forma mediocre o
a la liguera, por el contrario, es estar dispuestos a dar la pelea todos los
días, en todas y cada una de las tareas a realizar y por emprender, a dar el
100% en todas nuestras relaciones y a esforzarnos en el amor.
Lo anterior es muy demandante, por eso es importante a estar
conscientes, hacemos lo mejor posible, nos entregamos a cada momento, en cada
cosa; ello no implica el estar exentos a enfrentarnos a elementos o agentes
externos los cuales nos impedirán obtener los resultados esperados, pero
nosotros tendremos la seguridad de haber dado lo mejor de nosotros.
Así viviremos en paz interior y nuevamente seremos capaces
de experimentar la verdadera libertad y por tanto ser felices. Al hacer lo
mejor posible, estaremos listos para cualquier batalla, porque sabemos nuestra
capacidad de entrega y dedicación, nuestra vida cobrará una nueva dimensión, el
aprender a valorar siempre el aquí y el ahora.
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