¡Venga Tu Reino!
Adolfo Ruiz Guzmán
23 de octubre de 2010
Rectoría San José
Compartir
El Misterio como centro de la vocación cristiana
Introducción
Quisiera comenzar con una oración muy antigua del siglo IX, atribuida a un teólogo y filósofo alemán, Rabanus Maurus.
Veni Creator
Ven Espíritu creador;visita las almas de tus fieles.Llena de la divina gracia los corazonesque Tú mismo has creado.Tú eres nuestro consuelo,don de Dios altísimo,fuente viva, fuego, caridady espiritual unción.Tú derramas sobre nosotros los siete dones;Tú el dedo de la mano de Dios,Tú el prometido del Padre,pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.Enciende con tu luz nuestros sentidos,infunde tu amor en nuestros corazonesy con tu perpetuo auxilio,fortalece nuestra frágil carne.Aleja de nosotros al enemigo,danos pronto tu paz,siendo Tú mismo nuestro guíaevitaremos todo lo que es nocivo.Por Ti conozcamos al Padrey también al Hijo y que en Ti,que eres el Espíritu de ambos,creamos en todo tiempo.Gloria a Dios Padrey al Hijo que resucitó de entre los muertos,y al Espíritu Consolador, por los siglos de los siglos.Amén.
Muy buenas noches, les agradezco la invitación para reunirnos en esta Rectoría de San José y en especial a su rector, al P. Roberto Montoro, para este pequeño compartir que vamos a sostener y lo hemos llamado, “el Misterio como centro de la vocación cristiana”.
En esta oportunidad de este pequeño compartir, buscaremos esas claves del Misterio de la vocación cristiana, donde precisamente, comprendamos que el hecho de ser católico implica un llamado, mismo que está destinado a crecer, a madurar y a dar frutos por ser protagonistas dentro del proyecto de Jesús en nuestras vidas. Cada uno, de acuerdo a la vocación a la que Dios le invita, a la vida sacerdotal, religiosa, consagrada, matrimonio, soltería, en fin. Recordemos que la vocación es: “el diálogo entre el Señor que llama y el discípulo que responde” (Mons. Ricardo Ezzati, SBD)
El punto de partida es “la totalidad de la vida está comprendida y significada en los misterios de Cristo” (Cencini). Pero se da, dentro de la fragilidad de la condición humana. Permitiendo demostrar la grandeza de Dios que actúa utilizando nuestra miseria.
Quisiera proponer el esquema que vamos a seguir para adentrarnos en el Misterio. Como primer punto, vamos a realizar un pequeño análisis de la realidad actual frente al Misterio. Como segundo punto, aceptar que la vida es Misterio. El tercer punto será la forma en la cual debemos conocer nuestra intimidad (taladro del alma) y por último, nuestra historia como cuna del Misterio.
1. La realidad actual frente al Misterio
En este espacio, conviene comprender por qué hoy la propuesta del proyecto de Jesús se ha tornado en muy demandante para los post modernos del siglo XXI. Cada vez es más complicado encontrar personas dispuestas a vivir de cara a Dios conforme a ese proyecto llamado vocación.
Encontramos jóvenes que buscan la puerta fácil de ir a vivir juntos por si acaso, no vaya a ser que le huelan los pies, para ver si sabe cocinar, para ver si nos entendemos. Pero si no, pues total cada quien para su casa y tan tranquilo. Regreso la mercancía, medio magullada, pero el almacén la acepta. También matrimonios donde la primera de cambio, ya quiero la nulidad, mira nada más con quien me case, etc. Y todos los “amigos” aconsejan lo más fácil, déjala, abandónala, te lo dije pero no estabas viendo en fin. ¿Y lo que prometieron el día del matrimonio donde se cerraba la unión con la frase “lo que Dios ha unido que no lo separa el hombre”? O la otra frase “en lo próspero y en lo adverso… todos los días de mi vida”.
Sólo queremos lo próspero, lo cómodo, sin lucha, sin constancia, sin descubrir el Misterio de los esposos, del otro. Pero lo adverso, la dificultad, eso no nos gusta, pero déjenme decirles que es el mejor lugar para probar el amor entre los esposos. Matrimonios se han arruinado por una crisis económica, por una enfermedad, por equis causas tan simples.
Jóvenes que no están dispuestos a comprender el llamado de Dios a un seguimiento radical. Hace unos años, acompañé a Mons. Jonás Guerrero a una visita a unas hermanitas, a unas religiosas y estaban cuatro chicas de visita en el convento, estaban encantadas con la vida religiosa. Durante el almuerzo que nos ofrecieron, le preguntaron a la Hermana Superiora sobre los votos y lo propio de la vida religiosa, la cuestión versaba si sólo profesaban por cuántos meses.
Esa es la realidad en actual, caracterizada por la falta de compromiso y de un ideal de trascendencia. ¿A dónde vamos? Hay una crisis de identidad porque las personas no se conocen, ocasionando una lucha interna por asumir su vocación en la vida. El sinsentido es producto de un severo conflicto espiritual. ¿Qué caracteriza nuestros días?
La primera es la comodidad en la que se encuentran muchas personas, llámese adolescentes y adolescentes tardíos, donde la máxima es si no está roto, para qué romperlo. Se experimenta un nivel de confort, donde para qué hacer cambios, para qué comprometerme, así como estoy, estoy bien. La cultura del menor esfuerzo.
Segundo aspecto, a todos nos gusta ser el centro de atracción, desempeñar los más altos puestos, ser el líder, pero se confronta con el hecho que me agrada vivir lo mejor posible en este momento, sin sembrar para el futuro.
Todo lo anterior, resulta en la interrogante que abunda, ¿quién soy? Originando toda una serie de dificultades pues se encuentra paralizado para tomar una decisión. Por tanto, no puede encontrar su vocación, no puede entablar relaciones emocionales duraderas, maduras. Es una parálisis total, fruto del miedo. Lo peor del asunto es que en el fondo de su corazón sabe qué hacer, su mente le dice que puede pero la voluntad está atrofiada para luchar por lo que quiere. Es personaje y no persona.
¿Qué perspectiva puede tener el Misterio del proyecto de Jesús para personas paralizadas? El sacerdocio por más sentido que tenga, por miedo o por tratar de quedar bien con otros, no es opción. No enfrenta la posibilidad que sea su felicidad verdadera. En el matrimonio no puede entablar una relación madura, pues estará basada en sentimientos y emociones, pero no se podrá hablar de amor. Lo mismo para la vida consagrada o religiosa, el hecho de realizar una profesión perpetua, aterroriza.
2. La vida es un misterio
El Misterio es vida, pero también la vida es Misterio. Aquí quiero hacer hincapié sobre lo que es Misterio. No es el por qué hay engaños, por qué hay fraudes o por qué una persona reacciona de determinada manera. Misterio es que yo veo algo, percibo algo pero hay mucho más que se esconde, es como cuando vemos la Eucaristía, a simple vista es un pedazo de pan, pero a los ojos de la fe es Cristo mismo, vemos un pan, pero alguien más se esconde. Por qué vemos a nuestros sacerdotes, religiosos y consagrados fieles a su vocación, por el Misterio. Por qué vemos a matrimonios felices de 25, 50 años, pues justo por eso, el Misterio.
La vida por tanto es Misterio (P. Cencini), la auténtica libertad a la que estamos llamados para asumir nuestra vocación viene justo de ello, de aceptar ese sencillo principio. Y cuando nos enfrentamos a ello, se generan dudas, pues es propio de la condición humana, el dudar de Dios y de su proyecto.
3. La forma en la cual debemos conocer nuestra intimidad
En estos casos qué hacer, lo primero es reconocer, se necesita de ayuda para encontrar el camino para avanzar sobre el Misterio de nuestra propia vida, esto quiere decir, aprender a vivir con sencillez y docilidad a lo que estoy experimentando, es asumir la realidad presente en la que estoy y comenzar desde ahí. Si aprendo esto, encuentro la verdadera humildad de reconocer que no lo puedo todo sólo y necesito guía para escuchar mi voz interior y el llamado para seguir mi vocación en esta vida.
Si vamos por ese camino, comprenderemos que la duda no es mala si tiene buen cause. La duda permite emerger las ficciones y verdades parciales de nuestra vida para de esa manera, encontrar la verdad.
Es curioso pero mientras más dudas tengamos sobre ciertas decisiones que debemos tomar, será la mejor opción elegida, ello porque nos exige mayor análisis y confrontación de la propia decisión. Por otro lado, cuando no hay dudas, es signo inequívoco de problemas. Hay un dicho popular, lo que bien vale la pena, cuesta mucho trabajo. La vida del hombre será por tanto una constante lucha, dice el libro de Job. El temple del hombre se prueba en las más duras y arduas dificultades.
Si la vida es Misterio, también el Misterio es vida como comentaba, nos invita a entrar el diálogo con la parte más íntima de nuestro ser, porque encontraremos a lo largo de nuestra vida en todas sus etapas van apareciendo diversos signos que nos han marcado, nos han indicado el camino y muchas veces, han denotado cierta insatisfacción o frustración. Pero eso nos hizo y nos configuró, esa es nuestra historia personal.
4. Nuestra historia, cuna del Misterio
Si analizamos esa historia, nos daremos cuenta que ese Misterio ha estado presente, en muchas ocasiones más visible y palpable que en otras, pero ahí de la reconciliación y aceptación de ello es que encontramos la ecuanimidad o la tensión. La apertura del hombre será determinante para apreciar los trascendentales del ser, es decir, lo verdadero, lo bueno, bello; pero también a la realidad de nuestros límites temporales y espaciales.
Nuestro desarrollo como personas, es único, porque es personal, hace que nos llenemos de la pregunta, del cómo, por ejemplo, del cómo he llegado hasta aquí, cómo caí tan bajo, cómo le hago, en fin. Pero lo más importante, es la comprensión del Misterio, mismo que está dentro de nosotros, San Agustín decía, “noli foras ire, in teipsum reddi; in interiore homine habitat veritas” (no vayas fuera, entra en ti mismo, en el hombre habita la verdad). En esa historia es donde se localiza quiénes somos.
El secreto es poder penetrar dentro de nuestra alma, sumergirnos, adentrarnos; pero debemos concientizarnos de lo mucho a escarbar y sanear. Por tanto, ahí descubriremos la pregunta que espera poder salir a la luz. Esa pregunta que debemos hacernos para ser felices, ¿cuál es la vocación a la que me invita Dios? ¿Cuál es su proyecto? ¿Estoy preparado para ser feliz?
El principal problema a resolver es cómo superar la incapacidad para descifrar el Misterio envuelto en pregunta. Ya se ha dado un primer paso, reconocer el problema imperante, el sentirse atrapado por la propia vida, derivado de la incapacidad para descifrar el Misterio.
Ahora, una vez aceptado, porque recordemos, lo que es aceptado es redimido, podemos encontrar la fuerza para ponernos en movimiento a la dirección precisa, buscada y anhelada. Pero ese impulso, debe ser propio, no ajeno, de otra manera corremos el peligro de someternos a los deseos o a la inercia de otros, por el deseo de pertenencia; y aún en ese caso, dentro de nosotros seguirá esa voz clamando nuestra libertad.
Como hemos visto, tomar una decisión es muy complejo, pero una vez hecha, debemos seguirla, ser fieles aún con el costo que implica, porque por cada decisión, también hay una renuncia.
Esa pregunta anidada en nuestra alma, en lo más íntimo, quiere decirnos algo, y debemos estar atentos a lo expresado, señalado o reclamado. Si preguntamos algo, es porque estamos buscando algo más duradero.
Por tanto, es fundamental educar el corazón, concientizarlo de la necesidad de cuestionarse y buscar la dirección para nuestra vida, pero debe hacerse con responsabilidad y lo más importante, con libertad.
El reto, aprender a profundizar y elevar las preguntas que deseamos hacernos, porque encontraremos respuestas a mucho más largo plazo y superaremos los problemas de las proyecciones erróneas. ¿Qué quiero hacer y qué estoy dispuesto a hacer para alcanzar mis metas? En ocasiones, debemos vencer dos miedos a ser felices y a vivir en libertad, lo que permitirá por tanto, emerger aspiraciones más nobles y altas; horizontes más lejanos y humanos, que integre todo lo que soy, el pasado, presente y futuro; el origen y destino, mis raíces y mi vocación. Dice San Agustín, “inquietum est cor nostrum, donec requiescant in te” (nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti).
Cuando nos acerquemos a poder plantear las preguntas, estemos muy atentos para que preguntemos realmente qué es lo que se quiere. Esto quiere decir, preguntar lo esencial, lo que en verdad nos va a llevar a nuestra felicidad
Me gustaría proponer unos textos evangélicos, que vienen muy apropiadamente para poder terminar con este compartir. El primero lo encontramos en Mt 8, 18 – 22, y nos dice del seguimiento de Jesús, “… Maestro, te seguiré adondequiera que vayas”. El otro texto es Mt 19, 16 – 22, “el joven rico” y Jn 4, 1 – 30, Jesús y la Samaritana. Estos textos nos van a permitir seguir comprendiendo lo que significa el Misterio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario