La libertad es el don más preciado de todos los hombres, pero también el más complicado de aprender a usar. Muchos lo confunden con libertinaje, pero la libertad es más sublime.
Para comenzar es muy complicado dar una definición acertada, quienes más se han acercado son los filósofos, ellos porque han debatido y siguen debatiendo sobre ella. Incluso su origen etimológico no puede describir a cabalidad su verdadero significado.
La aproximación indicada es la brindada por la ética, y nos dice, es la capacidad propia del ser humano de obrar conforme a su voluntad y por tanto es responsable de sus actos.
Ahí podemos entrar en conflicto, porque muchas veces renunciamos a un bien por otro aún causándonos dolor. Pudiera parecer contradictorio, pero es una realidad por cada decisión libre, necesariamente hay una renuncia.
La libertad no es hacer o no hacer, es mucho más allá, es vivir en la libertad de espíritu. Quien es libre de espíritu asume su papel en la vida y las responsabilidades propias de ella. Sabe de los límites, de sus alcances, del respeto al otro y no violenta sus espacios, o sus decisiones.
El problema de la libertad radica en la forma en la cual la vamos a utilizar, porque podemos ser víctimas de nuestro propio libertinaje y rehenes de nosotros mismos. Quien se conoce, ama y valora su libertad no hay obstáculo, barrera o impedimento capaz de frenarlo o sujetarlo.
Gran regalo, pocas veces valorado, meditado o agradecido.
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