Uno de los grandes males de la sociedad moderna es el individualismo, esto se refleja en la incapacidad de las personas de entrar en contacto con el otro. Por tanto es imposible hablar de una relación en cualquier ámbito. Este mal tiene su origen en el primer grupo al cual pertenece el hombre, la familia.
El individualismo es fruto de un egoísmo exacerbado, de la exaltación del yo sobre todas las cosas. Es sano quererse, respetarse, pero todo en su justo medio. Es por eso también el fenómeno dentro de las familias de las personas las cuales se convierten en no gratas, porque su egoísmo hace imposible cualquier comunicación, cualquier relación o si quiera entablar un diálogo. Se aferran a su posición, se sienten constantemente agredidos y lo peor, se asumen como víctimas y comienzan a creer su mundo de mentira alejado de la realidad.
De ahí se mueven las mismas costumbres a todos los ambientes y realidades de las personas, porque lo reflejado en la familia necesariamente se ve en el trabajo, con los amigos, con la pareja etc., así se convierte el equipo de uno. Y tarde o temprano, se alejan de todo, pero no porque sean excluidos o rechazados, es porque no pueden superar el amor irracional hacia ellos. En un yo, no existe un tú, es imposible ver al otro, experimentarlo, escucharlo, estar atento.
La única forma de salir de este círculo vicioso es amar de corazón, dar sin esperar, estar abierto al otro, ser sensible, pero lo más importante, querer hacerlo.
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