Hace unos días, meditábamos sobre la libertad del hombre,
sobre su actuar, pero lo más importante, sobre la forma en la cual responde a
los estímulos externos. Muchas veces reaccionamos instintivamente con cólera,
furia o perdemos nuestra paz interior de forma inmediata.
Ahora, la premisa, ¿por qué nos afectan tanto las palabras y
los dichos de los otros? ¿No somos libres acaso de sus opiniones sobre
nosotros? ¿En qué momento me he convertido en esclavo del otro? Pero también, ¿qué
sale de nuestra boca? Al final del día, es reflejo de nuestro corazón lo
expresado.
Nos afectan las palabras porque somos esclavos del otro,
estamos tan preocupaos por los dichos al grado de olvidarnos ser felices, ser
auténticos, en pocas palabras nos da terror ser yo, vivir de acuerdo a mi plan
de vida.
Es tan fuerte el efecto de las palabras sobre nosotros al
grado de minar nuestra autoestima, nuestra propia percepción, nuestro auto
concepto y peor aún, nuestros estándares de felicidad. Nos perdemos en la
vorágine de opiniones externas neutralizando nuestro ser, nuestro yo.
Pero atentos, también es necesario, estar atentos de
nuestros dichos, porque nosotros también traspasamos esas impresiones sobre los
otros, los denigramos, ofendemos, menospreciamos o limitamos. No les damos
espacio para ejercer su libertad o su felicidad.
¿Qué hacer? En primer lugar recuerda, sólo si quieres te
afectan los estímulos externos, en eso consiste nuestra libertad, en saber
discernir, en ser capaz de tomar los juicios de las personas justo como eso,
una opinión, la cual carece de fundamento o certeza.
Segundo, recuerda el sentido de las palabras, si bien no es
grato el ser juzgado, tampoco lo hagas, cada expresión dada puede ser una
caricia o una ofensa. El poder de las
palabras es inmenso, se utilizan para construir o para construir.
Sólo si quieres, puedes ofrecer un mundo nuevo a quien se
acerque a ti, porque de ti sólo brotará aquello capaz de construir, de admirar,
de motivar, elogiar, pero lo más importante, de amar. Con ello aprenderemos a
ser más libres y así, ser dueños de nosotros.
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