Hace unos días, me encontré con un grupo de amigos, a uno
muy querido, lo noté muy nostálgico, muy pensativo, lejano, ausente. Después de
cierto tiempo, le pregunté el motivo de su expresión, a lo cual me respondió extrañaba
a su ex novia, de quien seguía enamorado.
Ante ello, llegaba a una conclusión, después de comentar con
mi amigo sobre sus experiencias y las propias, afirmaba, hay relaciones las
cuales trascienden, nos motivan, nos hacen volar, pero siempre hay una inolvidable.
Inolvidable se convierte quien nos ha compartido sus más
íntimos secretos, quien ha compartido sus temores, anhelos, expectativas y
temores, de sus pasiones, emociones y sentimientos. Pero también lo hemos hecho
de forma recíproca, le hemos participado nuestra intimidad.
Inolvidable es quien no ha buscado cambiarnos en lo más
mínimo, nos acepta como somos, como nos vestimos, como caminamos. Quien busca compartir
metas y planes de vida. Inolvidable es quien nos ha ayudado a formar un sueño
en conjunto, nos ha invitado a formar parte de una nueva realidad, la cual se
va construyendo poco a poco en común.
Por eso, hay una relación la cual ha transformado nuestra
vida, la cual nos ha despertado nuestra capacidad de soñar, de construir, de
amar. Esa relación si por determinada circunstancia terminó deja una huella
inolvidable.
Es imposible borrarla, sacarla de nuestro corazón o de
nuestra mente. Es una realidad, ha penetrado lo más profundo de nuestro ser,
para tratar de superarla hacemos un acuerdo con nosotros mismos, para así
continuar viviendo, para abrir la puerta a aprender nuevamente a amar.
Si bien es inolvidable, aprendamos a vivir con ese recuerdo,
lleno de gratitud, pero también sepamos, siempre regresará a nosotros de una
forma u otra, porque hay almas quienes están destinadas a estar juntas. Pero si
no lo hace o no sucede, esos momentos tan especiales, serán para la eternidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario