miércoles, 7 de diciembre de 2011

La obsesión de un hombre

Para Felipe Calderón sólo existe un tema en el país, “la guerra contra el crimen organizado”, no hay pobres, no hay turbulencia económica o inestabilidad política, no hay víctimas inocentes.
Será posible la obsesión de un hombre sobre un asunto, donde deje de importarle la situación general de un país. Evento a donde asiste, aún sin tener la más mínima relación hace mención sobre su “lucha” contra la delincuencia. Cuando alguien le insta a reconsiderar la estrategia, responde con una intolerancia propia de un déspota ilustrado, pero no por el hecho de sus aportes sino por su principal premisa “todo para el pueblo, pero sin el pueblo” y ni siquiera es así. Porque en su estrategia no ha tomado en cuenta a sus “víctimas colaterales”.
El punto no es si se debe o no combatir al crimen organizado, es la OBLIGACIÓN del Gobierno asegurar el Estado de Derecho, las Garantías Individuales, pero en especial la paz y la prosperidad de una Nación. No es mérito de la actual administración el hacerlo, está implícito dentro de su función.
Lo discutido es la estrategia, la cual no es la correcta, porque no ataca el fondo del asunto. El descontrol es patente, al grado de las filtraciones hechas por el New York Times donde hasta la DEA está lavando dinero de los cárteles mexicanos a pretexto de seguir la ruta del dinero.
El resultado de la ineficiente estrategia, por decir lo menos, ha sido 50 mil muertos, a 10 mil por año. Esos son los resultados de la gestión de Felipe Calderón, porque de los logros de su sexenio no son fruto de él. Basta mencionar la economía a cargo de economistas militantes y simpatizantes del PRI desde el Banco de México, la estabilidad macroeconómica es fruto de la administración del Dr. Ernesto Zedillo, porque fue quien nombró al Dr. Guillermo Ortiz como Gobernador del Banco de México.
La obsesión de un hombre puede ser peligrosa cuando no se tiene una visión panorámica de país.

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