Hay un viejo dicho fruto de la sabiduría popular, “ahogado el niño, se tapa el pozo”. Ese refrán versa una gran verdad, la importancia de la prevención, del seguimiento, de la certificación, de la supervisión. Por desgracia, hemos sido testigos de otro accidente en una mina, o mejor dicho en un pozo de carbón en el Estado de Coahuila, cuyo saldo es de varios muertos, heridos y desaparecidos.
Es increíble cómo los mexicanos no aprendemos de las desgracias, Pasta de Conchos nos dejó mucho para reflexionar y aún así, siguen operando a expensas de la Secretaría de Economía y del Trabajo esos campos de explotación como son esos pozos de carbón.
Uno más, por la negligencia de algunas autoridades, las cuales se vuelven cómplices de esos explotadores, de quienes obligan a los trabajadores a realizar las labores en condiciones infrahumanas y como hemos visto en una inseguridad total.
En las últimas horas escuchamos voces de autoridades exigiendo castigo para los culpables y yo quiero saber, ¿quién va a cerrar la puerta?
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