jueves, 24 de marzo de 2011

Una cita ineludible

Los hombres por el hecho de serlo necesariamente tenemos una cita ineludible con la muerte, es el ciclo de vida y es una parte del proceso natural de los seres vivos.
La diferencia al afrontarla depende de nuestra experiencia de vida, si tenemos fe, sabemos es un paso necesario para llegar a la resurrección. Si no creo en la trascendencia o en la fe, es un proceso caótico y sin sentido, debido a mi cerrazón de creer en la nada.
Si tengo fe, me uno al Señorío de Jesús y estoy consciente sobre ese paso natural y lo afronto maduramente, resignado pero siempre con la esperanza en Jesús. Pero también cobro conciencia de mi condición de creatura y la necesidad de regresar al Creador. Somos hechos para un peregrinaje en esta tierra, pero por poco tiempo.
Al tener fe, puedo abrazar el duelo bien entendido, aunque la certeza de morir me entristece, me alegra la esperanza de la feliz resurrección. Pero también sé que Cristo va a cumplir su promesa de la vida en abundancia, la vida eterna.
Pero si no tengo fe, la vida y la muerte no tienen sentido. La vida se convierte en una ironía, en un juego del destino, la nada regresa a la nada.
¿Cuál es mi visión sobre la vida para traspolarla a la muerte?

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