domingo, 13 de febrero de 2011

Sólo sí o no

El Ciclo Litúrgico nos permite caminar y avanzar durante el año, ir abrazando y comprendiendo mejor las enseñanzas de Cristo para vivir en plenitud. El VI Domingo Ordinario (Mt 5, 17 – 37) nos presenta nuevas pautas.

"No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.
También se dijo: El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio. Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio.
Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor. Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios, ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey.
No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Cuando ustedes digan 'sí', que sea sí, y cuando digan 'no', que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno".
El Señor comienza afirmando sobre su misión, no he venido a abolir la ley sino a darle cumplimiento. El afirmar la ley implica el hecho de explicárnosla como menciona el Evangelio, pero también el darle cumplimiento significa darnos el siguiente paso, el de las Bienaventuranzas.
No sólo es el hecho de acatar una ley vacía o hueca, es comprender y darle el verdadero sentido, el ir a más. Sí es un hecho, debo partir del cumplimiento de los 10 mandamientos, es un inicio, pero no debemos quedarnos en ese nivel, porque el católico busca ir a más, quiere el camino de las Bienaventuranzas de la vida en Cristo y de la verdadera felicidad.
El texto evangélico es muy severo, porque no sólo nos invita a ir a más, nos lo exige. Ello pone de manifiesto lo inmenso y demandante de ser discípulo misionero, el hecho de ser congruentes y de ser todavía más y mejor por ser testigos de Jesucristo. Conocemos el verdadero camino y es deber nuestro transmitirlo, si no somos capaces de reflejar a Cristo, entonces no estamos funcionando como discípulos.
Jesús va avanzando en hacer una recapitulación de algunos aspectos de la ley, pero lo hace con toda la autoridad de aquél quien lo envió. Es por eso su afirmación, “Yo les digo…”. De los elementos mencionados busca ir a la raíz, a lo más profundo para demostrar el punto, no podemos quedarnos con el no matar, no cometer adulterio o cometer actos impuros. Por el contrario, aprender a respetar la vida en todas sus etapas desde la concepción hasta la muerte natural; a aprender a vivir en castidad o respetar nuestra corporeidad, ese es apenas una pincelada del gran reto de seguir a Cristo.
Para terminar, nos habla de la importancia de la radicalidad en el discipulado, para Dios sólo existe sí o no, pero nunca la tibieza, por eso lo fundamental de nuestro sí o de nuestro no de cara a la eternidad. ¿Cuál será la respuesta?

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