lunes, 14 de febrero de 2011

En busca de la paz interior (IV)

Reanudaremos nuestras entregas sobre la importancia de albergar la paz interior, por eso, continuaremos dando sencillos pasos para buscarla.
En un mundo post moderno en donde reinan las apariencias y el qué dirán nos convertimos en esclavos del parecer del otro. Ello trae como consecuencia la pérdida de libertad e identidad y por tanto, el otro comienza a vivir por mí. Asumo roles, conductas, posturas, las cuales no son mías.
¿Por qué tenemos miedo a ser auténticos? ¿Por qué no queremos ser nosotros mismos? El ser como soy es una gran meta de la vida humana, porque es señal de una sana autoestima y una gran confianza en mí mismo.
Con ello, logramos la autorrealización, pero no debe ser entendido como un ego exacerbado, sino en la posibilidad de abrirme al encuentro del otro, pero soy capaz de ello porque soy pleno. Nadie da lo que no tiene, versa un principio filosófico, por tanto para lograr la autorrealización debemos aprender a vivir nuestra propia vida, sin copiar otras o permitir la injerencia de otros.
Las personas en nuestro rededor perciben a un individuo pleno y buscan estar cerca de ellos, porque les transmite la paz anhelada. Cuando alguien se centra en sus propios límites se queda estática porque está preocupada en no errar y ello le impide actuar. Por eso, debo reconocer y superar mis límites para ir a más, ahí comenzamos nuestro proceso de transformación.
Para encontrarnos con el otro, debemos perder el miedo a la entrega, pero sin perder nuestro yo. Al hacerlo no debemos esperar nada a cambio, porque seremos mezquinos e interesados. Si lo vamos a hacer, es porque parte de nuestra voluntad, como dicen coloquialmente, de corazón. Ahora aprenderás a ser tú y a entregarte a los demás, sin violentarlos o exigirles algo a cambio.

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