sábado, 26 de febrero de 2011

Pues claro, no recuerdo haberte hecho un favor

En el camino de la vida, muchas veces o en diversas ocasiones nos sentimos acompañados por grandes hombres y mujeres, ellos se convierten en un faro de luz en nuestra vida, van más allá de la amistad y se convierten en la familia a la cual hemos elegido.
Esos lazos tan profundos permanecen en el tiempo, van mucho más allá, trascienden porque fructifican, plenifican y nos brindan una certeza, no estamos solos.
Las relaciones de este tipo conocen, aunque pudiera parecer una contradicción, límites, no de amor, sino de espacio y tiempo. Saben acercarse, pero también saben dar espacios, porque respetan a la persona.
Pero también, en nuestro recorrido podemos encontrar con personas sombras, rémoras, las cuales buscan aprovechar siempre la mejor de la circunstancias para sacar un óptimo partido. Son personas infecundas, incapaces de salir de sí mismos para encontrar al otro.
Cuando somos conscientes sobre la presencia de esas personas, lo mejor actitud o comportamiento es mi ya famosa expresión, “paciencia y vida interior”. Pero no guardar actitudes infantiles, sino maduras y saber realmente con quien contar y a quien llamar amigo, pero lo más importante, jamás sorprenderse ante las reacciones y pues claro, no recuerdo haberle hecho un favor.

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