Hemos llegado al final de nuestra serie sobre las
bienaventuranzas, descubrimos el camino de Jesús para la felicidad y la vida en
plenitud. Son ocho actitudes las cuales nos permitirán lograr incursionarnos en
el arte de vivir.
Recorrimos paso a paso las ocho enseñanzas de Jesús, cada
una me presentó la fórmula a seguir para vivir de acuerdo al proyecto de Jesús
en mi vida, pero, también necesita la mi voluntad y así vivir en verdadera
libertad. Vivir de acuerdo a mí, porque así es mi decisión.
La óctupla de la felicidad me obliga a asumir aspectos
oscuros de mi vida, para darles luz, permitirles tener sentido. Ello me motiva
a no huir de mi realidad, porque si lo hago me perderé y nunca me encontraré a
mí mismo. Confronto mi realidad, con las tres perspectivas erróneas, con la
imagen la cual se han hecho los demás, la mía y la verdadera; para así lograr
una sola, la real.
Así la vida cobra una nueva dimensión de paz frente a
cualquier situación externa e interna, porque la vida no es tan superficial
para hacerla parecer sencilla. Vivir es un arte, requiere perfeccionamiento,
eso también lo demuestra las bienaventuranzas como sendero para lograr plasmar
una gran obra de arte.
Jesús culmina con una novena bienaventuranza, la cual se
ofrece para quienes han comprendido el arte de vivir: “bienaventurados ustedes,
cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a
causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran
recompensa en el cielo”.
El reto por tanto será, vivir por nosotros mismos y no ser
vividos por otros, entonces tendremos una vida y felicidad plena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario