Ya es cada vez más cercano el poder tener la gracia de
iniciar una nueva etapa, una nueva década, mis tres anteriores han sido como lo
he expresado a lo largo de las entregas anteriores muy especiales, pero también
espero con gran gratitud al porvenir.
El futuro es uno de los grandes temores del hombre, porque
para quien no tiene fe, se presenta incierto, para los carentes de esperanza,
se presenta sombrío y para los carentes de caridad, es un suplicio.
Yo espero el futuro con gran ánimo y entusiasmo, porque lo
he mencionado en las entregas anteriores, no voy solo, llego a mi trigésimo
aniversario con una energía renovada y con muchas ganas de emprender nuevos
proyectos, retos y aventuras. Eso sí, con mucha fuerza para avanzar y seguir
alcanzando mis metas.
Una de las cosas por las cuales estoy agradecido es por
quien voy a compartir mi vida y por la familia que formaremos. Ese es parte de
un futuro al cual llegaré y el cual me permitirá crecer como persona y madurar.
El futuro por tanto, pinta muy grato, comenzaré una nueva
década, con la gracia de Dios y con todos mis compañeros de viaje, empezando
por mis padres, familia, amigos, maestros y formadores.
Espero los 30 con gran alegría y entusiasmo, porque así ha
sido mi vida, pero también quiero llegar al final del peregrinar haciendo mías
las palabras de San Pablo: “…ho combattuto la buona battaglia, ho terminato la
mia corsa, ho conservato la fede…” (“he peleado la buena batalla, he terminado
la carrera, he mantenido la fe”) (2° Tim 4, 7 – 8 ).
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