La vida del hombre transcurre siempre en un plano
ascendente. Lo natural deber ser ir creciendo, madurando, para así llegar a un
zenit y luego comenzar el camino inverso, lleno de satisfacción, sembrar lo
cosechado.
A seis días y tanto para agradecer, hago un alto para
reflexionar sobre los aspectos de mi vida laboral, es cierto, me falta mucho
por aprender, por conocer, por mejorar, pero lo más importante es la visión al
respecto, quiero y tengo ganas de aprender crecer.
Ahí debo mencionar mi amor por la docencia, desde la primera
oportunidad en Instituto Oxford desarrollé ese aspecto, la pasión por ayudar a
crecer, por ser compañero de aprendizaje de jóvenes quienes están abriéndose
paso en la vida. Dios muchas veces no concede ver frutos, porque uno siembra y
otro cosecha, pero la demostración de los esfuerzos la tuve hace unos meses.
Posteriormente al integrarme al claustro académico de la
Universidad Anáhuac México Sur, descubrí un mundo nuevo, lleno de
posibilidades. Aprendí muchísimo más de mis compañeros de estudio, a todos mis
alumnos siempre los llevo en mi corazón, porque son unas personas
extraordinarias.
Ahora es mi tiempo de cosechar, pero estoy muy agradecido
por todas las vivencias profesionales, he conocido gente muy interesante, pero
aún cuando no siempre fueron buenas experiencias, tomé lo bueno y lo otro,
fueron retos.
Agradezco porque tengo la vitalidad para emprender cualquier
cosa, amo los retos, busco siempre ir a más, pero como he mencionado, estoy
siempre abierto a aprender, son años de trabajo en la humildad para darme
cuenta de la necesidad de aprender.
Estoy empezando una nueva época y pues adelante, con gusto,
con un gran sentido de gratitud. Hay un gran entorno para ello.
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