miércoles, 5 de diciembre de 2012

Una serie para la felicidad

Con gran alegría anunciamos el inicio de una serie para la felicidad, comenzaremos a compartir nuestras reflexiones sobre la “constitución” para los católicos, el “Sermón de la Montaña”.
Para ello, es fundamental partir de una premisa, la cual a su vez, se torna certeza, todos los seres humanos, aún sin hacerlo de forma consciente, anhelamos y buscamos ser felices. Lo único subjetivo de la premisa y la cual admite discusión es la forma en la cual lo busca y el fin en sí.
Pero al final, es una realidad, todos queremos ser felices. Ya desde antiguo, los filósofos se planteaban esa interrogante, ¿cuál es el origen de la felicidad? Más sencillo, ¿qué me hace feliz? Pero podemos agregar una, ¿cuál es la fuente de mi felicidad? Las respuestas son tan variables como personas existen, algunos dirán, salud, amor, dinero, poder, éxito, etc.
Si nos adentramos en los dichos de los filósofos, de las corrientes y de los tiempos, obtendremos respuestas y posturas sobre la felicidad.
Los filósofos clásicos afirmaban sobre el origen de la felicidad, la cual sólo se obtenía mediante una vida buena, pero ahí se ve el problema, ¿qué es una vida buena? Aristóteles dirá mediante la virtud.
Boecio alrededor del año 500, “la felicidad es el estado perfecto obtenido mediante la unión de todos los bienes”, otro problema, ¿qué es un bien? Tomás de Aquino se acerca un poco más, porque habla de la relación de esta vida con la vida eterna, entonces la felicidad no puede acabar porque viene de Dios.
Kant, “la conciencia que un ser racional tiene del encanto de la vida”, hermosa expresión porque cobra conciencia de lo bueno y bello de la vida, de los trascendentales del ser.
Freud, padre del psicoanálisis, “experiencia de intensos sentimientos de placer”, tendremos el problema del placer, ¿qué es? Hoy tenemos un problema, la felicidad está sustentada en un bien de consumo.
¿De dónde viene la expresión de felicidad? Los griegos nos darán la clave para comprenderlo mejor. El primer término es eudaimonia, lo cual hace referencia a un ángel del alma, porque hace referencia a lo interior del alma. El segundo término, eutychia, donde mencionamos el azar.
Por último, makarios, donde hablamos ya del bienaventurado, pero los griegos lo atribuían sólo a los dioses, porque eran libres. En nuestro lenguaje teológico, el Antiguo Testamento lo atribuye a aquellas personas quienes guardaban los mandamientos, pero en Nuevo Testamento, lo hace a aquellas personas quienes aplican, escuchan y ponen en práctica las enseñanzas de Jesús.
De ahí, la importancia, un gran teólogo, Joseph Ratzinger dirá sobre las bienaventuranzas, el texto nos hace tomar conciencia de nuestra necesidad de perdón, son una guía para nuestra existencia, quiere orientarnos hacia aquel a quien nos invita a tener una “actitud del amante”. Es decir a vivir en la verdadera felicidad del tercer término, marikos, porque seremos libres.
Son ocho puntos a meditar, son ocho puntos para alcanzar la perfección de cómo mencionó el Papa, para tener una “actitud de amantes”:
“Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
‘Bienaventurados los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Bienaventurados los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Bienaventurados ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron”.

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