martes, 24 de julio de 2012

El aventar cargas a otros

En la vida siempre hay momentos complicados, dificultades a sortear, pruebas a superar y obstáculos por vencer. La grandeza y el éxito de las personas, se miden no por las obras realizadas, por el dinero generado o por una fama vana, sino por su capacidad de sobreponerse a los retos de la vida y seguir sonriendo, sin perder su paz interior.
Pero eso sí, una persona tiene derecho a sentir y experimentar tristeza, amargura, contrariedad y decepción, pero no se vale el aventar cargas a otros. Porque al final del día somos responsables de las decisiones tomadas, de los caminos elegidos y de nuestra forma de reaccionar frente a los embates.
Cuando se vive en comunidad, se debe buscar al final del día contribuir en la medida de nuestras posibilidades a hacer más llevadera la carga de la vida cotidiana, no a ser piedra de tropiezo y de contrariedad.
Al final, la caridad debe ser privilegiada para encontrar los puntos de unión y no acentuar los defectos del otro, porque es una prueba de inmadurez pensar que el otro está mal cuando no me he visto mi reflejo, sin darme cuenta de mi contribución al encono y al odio.
Lo más sencillo es tirar la toalla y echar la culpa a los otros de las cosas por las cuales yo soy responsable. La vida es asumir mi responsabilidad para dejar de aventar cargas a otros por mis estupideces e inmadureces.

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