En las circunstancias más adversas cuando todo parece perdido o sin solución, encontramos la luz en medio del túnel, parece todo perdido, pero no es así. La bruma ha caído sobre nuestro horizonte y nos da miedo seguir andando por el riesgo a caernos o tropezar.
En esas ocasiones, sentimos la gran tentación de tirar todo por la borda y darnos por vencidos, es enorme contrarrestar esa sensación de derrota y abatimiento. Todo sobre lo cual construimos parece derrumbarse y experimentamos la peor de las soledades.
Pero la esperanza es la alegría de la vida, porque cuando has tocado fondo sabes la única posible dirección, arriba, cuando te encuentras perdido reacciones y aprendes a confiar en tu instinto y puedes encontrar la salida. Cuando está la neblina en el camino, sabes que la única forma de salir es seguir caminando, en algún momento pasará y tú habrás vencido.
Aún cuando la toalla está en tu mano para tirarla, recobras un impulso y la cargas con orgullo. Cuando ha pasado el temblor, comienzas a revisar tu estructura y te das cuenta de lo sólido que has construido. Y si te crees sólo y abandonado, inmerso en la aparente soledad, descubres a grandes seres caminando contigo, pero además de ello, aprendes a convivir contigo y te das comprendes la imposibilidad de encontrarte solo jamás.
La esperanza se tornará en un motivo de alegría, o viceversa, la alegría en tu vida es un motivo de esperanza. La lucha apenas comienza y el Sol está dando sus primeros rayos, hay tanto por hacer pero falta tu decisión para hacerlo.
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