sábado, 5 de octubre de 2013

Compartir Rectoría San José primera parte

¡Venga Tu Reino!

Adolfo Ruiz Guzmán
21 de septiembre de 2013
Retiro - Plática
Rectoría San José
“Yo os amo mucho”
Introducción

Agradezco mucho la invitación de nuestro Pastor, del P. Felipe para tener este encuentro, para poder profundizar sobre un tema por demás actual, pero muchas veces pasa inadvertido: Jesús es nuestro buen pastor. Les propongo, dividir nuestro compartir en dos partes, la primera, meditar sobre el texto evangélico y la segunda, tendremos una pequeña plática sobre el tema.

Así pues, les invito a concentrar toda nuestra atención en este momento donde queremos encontrarnos con Dios en lo más profundo de nuestro corazón. Para orar es muy importante tener la disposición para hacerlo, debemos concentrar nuestra respiración y lo más importante, despejar nuestra mente.
Calentamiento previo

Es importante realizar una serie de ejercicios de calentamiento previos a nuestra meditación, son los elementos preparatorios. Hay muchos tipos de orar, cada uno vamos aprendiendo el nuestro conforme vamos madurando y avanzando en nuestro caminar de fe.

Pero lo más importante, es prepararnos para entablar ese diálogo de corazón a corazón, para así, nuestro Creador puede hablarnos a lo más profundo de cada uno de nosotros.


Quisiera comenzar con una oración dirigida al Padre:


Padre mío que estás en los cielos ¡Cómo es dulce y suave saber que Tú eres mi Padre y que yo soy tu hijo!

Sobre todo cuando está obscuro el cielo de mi alma y más pesada es mi cruz, es cuando siento la necesidad de repetirte: ¡Padre, creo en tu amor por mí! Sí, ¡Creo que tú eres para mí, Padre en cada momento de la vida, y que yo soy tu hijo! ¡Creo que me amas con amor infinito!

¡Creo que velas día y noche sobre mí y que ni siquiera un cabello se cae de mi cabeza sin Tu permiso!

Creo que, Tu infinita Sabiduría hace que todo sirva para el beneficio de los que Te aman: ¡Y aún, bajo las manos que golpean, yo beso Tu mano que sana!

Creo,... ¡Pero aumenta en mi la fe, la esperanza y la caridad!

Enséñame a ver siempre tu amor como guía en cada evento de mi vida.

Enséñame a abandonarme a Ti como un niño en los brazos de la mama.

Padre, Tú sabes todo, Tú ves todo, Tú me conoces mejor de lo que me conozca yo mismo: ¡Tú puedes todo y Tú me amas!

Padre mío, dado que Tú quieres que siempre recurramos a Ti, heme aquí con confianza para pedirte, con Jesús y María (un momento…).

Por esta intención, uniéndome a sus Sacratísimos Corazones, te ofrezco todas mis oraciones, mis sacrificios y mortificaciones, todas mis acciones y una mayor fidelidad a mis deberes.

¡Dame la luz, la gracia y la fuerza del Espíritu Santo!

Confírmame en este Espíritu de modo que yo no lo pierda nunca, ni lo entristezca, ni lo debilite en mí.

Padre mío, ¡es en nombre de Jesús, Tu Hijo, que te lo pido! Y tú, oh Jesús, abre Tu Corazón y métele adentro el mío, y con el de María: ¡ofrécelo a nuestro Padre Divino! ¡Obtenme la gracia que necesito!

Padre Divino, llama hacia Ti a todos los hombres. ¡Que el mundo entero proclame Tu Paternal Bondad y Tu Divina Misericordia! Sé para mi tierno Padre, y protégeme por todas partes como a la pupila de Tus ojos. Haz que yo siempre sea digno hijo Tuyo: ¡Ten piedad de mí!

Padre Divino, dulce esperanza de nuestras almas.
¡Qué Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres!

Padre Divino, bondad infinita que se infunde sobre todos los pueblos.

¡Qué Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres! Padre Divino, rocío beneficioso de la humanidad.

¡Qué Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres!

Texto Evangélico

Ya con nuestra preparación, podemos comenzar a reflexionar sobre el texto evangélico a meditar (Lc 15, 1 – 7):


“Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos».

Jesús les dijo entonces esta parábola: «Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla?

Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido".

Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse»”.

El contexto

Para poder meditar sobre el Evangelio es muy importante situarnos en un contexto que nos permita disponer nuestro corazón, abrirlo, para poder comprender dimensiones que muchas veces nos sobre pasan. Para meditar es conveniente ir sacando puntos muy concretos para poder profundizar en el Evangelio.

Jesús busca adentrarse a buscar a todo quien lo necesita, a todo aquél quien en verdad está buscando un camino que nos lleve a la felicidad plena y por tanto nos de vida en abundancia.
Primer punto: los fariseos, hombres de fe hueca

Quienes más necesitan al médico son los enfermos, quienes tienen sed se acercan al agua, quienes somos pecadores imploramos la misericordia de Dios y buscarnos acercarnos a Cristo, en esa lógica era lo natural ver quiénes se acercaban a escuchar a Jesús: publicanos y pecadores.

Publicanos, quienes cobraban los impuestos para el César, tenían una moral muy baja, eran vistos con desconfianza, con recelo. Los pecadores no es necesario abundar en quiénes eran.

Ellos sentían una atracción especial por la figura del Nazareno, porque frente a Él encontraban el sentido a su vida carente de dirección. Justo es curioso, pero cuando más parece que estamos alejados de Dios, Él está más cerca.

Los fariseos como en otros pasajes criticaban severamente la actitud de Jesús de estar en constante contacto y cercanía tanto con publicanos como con pecadores. El texto dice, “recibe a pecadores y come con ellos”. Ellos expresan su fe hueca.

Qué importante es nunca perder de vista la forma en la cual nos acercamos a Jesús, la forma en la cual nos queremos encontrar con Dios, si bien es un Padre amoroso, pero también debemos tener una actitud de humildad frente a nuestro Creador.

Este arranque del pasaje nos debe servir para poder encontrar dentro de nuestro corazón la esperanza de saber que no importa nuestro pasado, no importa nuestros pecados, lo único que debe importarnos a partir de nuestro encuentro con el Resucitado es el futuro. Como el pasaje donde vemos a otro publicano muy famoso, Zaqueo, cuyo encuentro tan profundo cambió su forma de ver la vida y estaba dispuesto a rectificar para encontrar una vida plena en Jesús.

Es importante, analizar nuestra vida, el cómo nos comportamos con nuestros hermanos quienes vienen a nuestro encuentro, a nuestras comunidades, a nuestros grupos de apostolado o parroquiales, somos como esos fariseos de fe hueca, del libro o del manual o por el contrario, queremos transmitirles nuestra experiencia de publicano o pecador donde en un momento de nuestra vida, con una fe desnuda, abrimos nuestro corazón al proyecto de Dios para ser fecundos y que cada encuentro sea fecundo.
Segundo punto: viene por cada uno de los necesitados

Si hoy viniera Dios, les apuesto estaría feliz por encontrarnos reunidos, por estar meditando en su Palabra, en su Hijo, pero no seríamos su preocupación principal, nos diría felicidades, ustedes van bien, yo voy por los necesitados, por todos aquellos a quien el mundo desprecia.

Ahí es donde debemos encontrar el sentido a la misión, Dios ha querido ponerse en una actitud de un hombre común, porque quiere que todos vayamos hacia Él. Por eso el texto meditado nos habla de cómo deja a las 99 ovejas para ir por aquella perdida.

Eso debe ser fuente de gran alegría, por eso mencionaba, cuál es nuestra actitud frente aquellos quienes se perdieron y buscan regresar, ¿los abrazamos, nos alegramos, nos preocupamos por darles una bienvenida?

Cometemos pecados y muchos, demasiados, muchas veces por eso tenemos miedo de acercarnos a Dios, porque creemos podremos experimentar su rechazo, pero nada más alejado de la realidad.
Tercer punto: Yo os amo mucho

El Padre a través de su Hijo, nuestro Buen Pastor, viene a traerlos la esperanza, la cual nos hará vivir en paz y en la seguridad de estar trabajando para la salvación. Fue el mismo Padre quien se ha hecho hombre para ser conocido, se hizo en su Segunda Persona.

La respuesta del hombre ha sido el ignorarlo, la indiferencia ante su padecimiento, ante su sufrimiento y su muerte en la cruz, pero Dios no se detiene, para nada, su amor es demasiado grande. No hay mayor alegría para Dios que el encontrarse a solas con un alma cuando está en gracia.

Queridos hermanos, a Dios sólo le importa una cosa, tu respuesta de fidelidad constante, tu amor, por que el amor lo paga todo. Cuando contemplamos la cruz, sólo puedo escuchar una voz del “buen pastor” que se regocija porque se ha convertido un alma a su amor y las demás permanecen en su amor, “¡yo os amo mucho!”.

Les invito a permanecer un momento en meditación para continuar con nuestro encuentro, no se distraigan con los otros, ahora es el encuentro con Dios para entrar en intimidad con Él y pónganle en sus manos todo lo que cada uno es frente a Él, con una fe desnuda y directa.


Posteriormente continuaremos nuestro encuentro.

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