¡Venga Tu Reino!
Adolfo Ruiz Guzmán
21 de septiembre de 2013
Retiro - Plática
Rectoría San José
“Yo os amo mucho”
Introducción
Agradezco mucho la invitación de nuestro Pastor,
del P. Felipe para tener este encuentro, para poder profundizar sobre un tema
por demás actual, pero muchas veces pasa inadvertido: Jesús es nuestro buen
pastor. Les propongo, dividir nuestro compartir en dos partes, la primera,
meditar sobre el texto evangélico y la segunda, tendremos una pequeña plática
sobre el tema.
Así pues, les invito a concentrar toda nuestra
atención en este momento donde queremos encontrarnos con Dios en lo más
profundo de nuestro corazón. Para orar es muy importante tener la disposición
para hacerlo, debemos concentrar nuestra respiración y lo más importante,
despejar nuestra mente.
Calentamiento previo
Es importante realizar una serie de ejercicios de
calentamiento previos a nuestra meditación, son los elementos preparatorios.
Hay muchos tipos de orar, cada uno vamos aprendiendo el nuestro conforme vamos
madurando y avanzando en nuestro caminar de fe.
Pero lo más importante, es prepararnos para
entablar ese diálogo de corazón a corazón, para así, nuestro Creador puede
hablarnos a lo más profundo de cada uno de nosotros.
Quisiera comenzar con una oración dirigida al
Padre:
Padre mío que estás en los cielos ¡Cómo es dulce y
suave saber que Tú eres mi Padre y que yo soy tu hijo!
Sobre todo cuando está obscuro el cielo de mi alma
y más pesada es mi cruz, es cuando siento la necesidad de repetirte: ¡Padre,
creo en tu amor por mí! Sí, ¡Creo que tú eres para mí, Padre en cada momento de
la vida, y que yo soy tu hijo! ¡Creo que me amas con amor infinito!
¡Creo que velas día y noche sobre mí y que ni
siquiera un cabello se cae de mi cabeza sin Tu permiso!
Creo que, Tu infinita Sabiduría hace que todo
sirva para el beneficio de los que Te aman: ¡Y aún, bajo las manos que golpean,
yo beso Tu mano que sana!
Creo,... ¡Pero aumenta en mi la fe, la esperanza y
la caridad!
Enséñame a ver siempre tu amor como guía en cada
evento de mi vida.
Enséñame a abandonarme a Ti como un niño en los
brazos de la mama.
Padre, Tú sabes todo, Tú ves todo, Tú me conoces
mejor de lo que me conozca yo mismo: ¡Tú puedes todo y Tú me amas!
Padre mío, dado que Tú quieres que siempre
recurramos a Ti, heme aquí con confianza para pedirte, con Jesús y María (un
momento…).
Por esta intención, uniéndome a sus Sacratísimos
Corazones, te ofrezco todas mis oraciones, mis sacrificios y mortificaciones,
todas mis acciones y una mayor fidelidad a mis deberes.
¡Dame la luz, la gracia y la fuerza del Espíritu
Santo!
Confírmame en este Espíritu de modo que yo no lo
pierda nunca, ni lo entristezca, ni lo debilite en mí.
Padre mío, ¡es en nombre de Jesús, Tu Hijo, que te
lo pido! Y tú, oh Jesús, abre Tu Corazón y métele adentro el mío, y con el de María:
¡ofrécelo a nuestro Padre Divino! ¡Obtenme la gracia que necesito!
Padre Divino, llama hacia Ti a todos los hombres.
¡Que el mundo entero proclame Tu Paternal Bondad y Tu Divina Misericordia! Sé
para mi tierno Padre, y protégeme por todas partes como a la pupila de Tus
ojos. Haz que yo siempre sea digno hijo Tuyo: ¡Ten piedad de mí!
Padre Divino, dulce esperanza de nuestras almas.
¡Qué Tú seas conocido, alabado y amado por todos
los hombres!
Padre Divino, bondad infinita que se infunde sobre
todos los pueblos.
¡Qué Tú seas conocido, alabado y amado por todos los
hombres! Padre Divino, rocío beneficioso de la humanidad.
¡Qué Tú seas conocido, alabado y amado por todos
los hombres!
Texto Evangélico
Ya con nuestra preparación, podemos comenzar a
reflexionar sobre el texto evangélico a meditar (Lc 15, 1 – 7):
“Todos los
publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los
escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con
ellos».
Jesús les
dijo entonces esta parábola: «Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no
deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había
perdido, hasta encontrarla?
Y cuando la
encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa
llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque
encontré la oveja que se me había perdido".
Les aseguro
que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que
se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse»”.
El contexto
Para poder meditar sobre el Evangelio es muy
importante situarnos en un contexto que nos permita disponer nuestro corazón,
abrirlo, para poder comprender dimensiones que muchas veces nos sobre pasan.
Para meditar es conveniente ir sacando puntos muy concretos para poder
profundizar en el Evangelio.
Jesús busca adentrarse a buscar a todo quien lo
necesita, a todo aquél quien en verdad está buscando un camino que nos lleve a
la felicidad plena y por tanto nos de vida en abundancia.
Primer punto: los fariseos, hombres de fe hueca
Quienes más necesitan al médico son los enfermos,
quienes tienen sed se acercan al agua, quienes somos pecadores imploramos la
misericordia de Dios y buscarnos acercarnos a Cristo, en esa lógica era lo
natural ver quiénes se acercaban a escuchar a Jesús: publicanos y pecadores.
Publicanos, quienes cobraban los impuestos para el
César, tenían una moral muy baja, eran vistos con desconfianza, con recelo. Los
pecadores no es necesario abundar en quiénes eran.
Ellos sentían una atracción especial por la figura
del Nazareno, porque frente a Él encontraban el sentido a su vida carente de
dirección. Justo es curioso, pero cuando más parece que estamos alejados de
Dios, Él está más cerca.
Los fariseos como en otros pasajes criticaban
severamente la actitud de Jesús de estar en constante contacto y cercanía tanto
con publicanos como con pecadores. El texto dice, “recibe a pecadores y come
con ellos”. Ellos expresan su fe hueca.
Qué importante es nunca perder de vista la forma
en la cual nos acercamos a Jesús, la forma en la cual nos queremos encontrar
con Dios, si bien es un Padre amoroso, pero también debemos tener una actitud
de humildad frente a nuestro Creador.
Este arranque del pasaje nos debe servir para
poder encontrar dentro de nuestro corazón la esperanza de saber que no importa
nuestro pasado, no importa nuestros pecados, lo único que debe importarnos a
partir de nuestro encuentro con el Resucitado es el futuro. Como el pasaje
donde vemos a otro publicano muy famoso, Zaqueo, cuyo encuentro tan profundo
cambió su forma de ver la vida y estaba dispuesto a rectificar para encontrar
una vida plena en Jesús.
Es importante, analizar nuestra vida, el cómo nos
comportamos con nuestros hermanos quienes vienen a nuestro encuentro, a
nuestras comunidades, a nuestros grupos de apostolado o parroquiales, somos
como esos fariseos de fe hueca, del libro o del manual o por el contrario,
queremos transmitirles nuestra experiencia de publicano o pecador donde en un
momento de nuestra vida, con una fe desnuda, abrimos nuestro corazón al
proyecto de Dios para ser fecundos y que cada encuentro sea fecundo.
Segundo punto: viene por cada uno de los
necesitados
Si hoy viniera Dios, les apuesto estaría feliz por
encontrarnos reunidos, por estar meditando en su Palabra, en su Hijo, pero no
seríamos su preocupación principal, nos diría felicidades, ustedes van bien, yo
voy por los necesitados, por todos aquellos a quien el mundo desprecia.
Ahí es donde debemos encontrar el sentido a la
misión, Dios ha querido ponerse en una actitud de un hombre común, porque
quiere que todos vayamos hacia Él. Por eso el texto meditado nos habla de cómo
deja a las 99 ovejas para ir por aquella perdida.
Eso debe ser fuente de gran alegría, por eso
mencionaba, cuál es nuestra actitud frente aquellos quienes se perdieron y
buscan regresar, ¿los abrazamos, nos alegramos, nos preocupamos por darles una
bienvenida?
Cometemos pecados y muchos, demasiados, muchas
veces por eso tenemos miedo de acercarnos a Dios, porque creemos podremos
experimentar su rechazo, pero nada más alejado de la realidad.
Tercer punto: Yo os amo mucho
El Padre a través de su Hijo, nuestro Buen Pastor,
viene a traerlos la esperanza, la cual nos hará vivir en paz y en la seguridad
de estar trabajando para la salvación. Fue el mismo Padre quien se ha hecho
hombre para ser conocido, se hizo en su Segunda Persona.
La respuesta del hombre ha sido el ignorarlo, la
indiferencia ante su padecimiento, ante su sufrimiento y su muerte en la cruz,
pero Dios no se detiene, para nada, su amor es demasiado grande. No hay mayor
alegría para Dios que el encontrarse a solas con un alma cuando está en gracia.
Queridos hermanos, a Dios sólo le importa una
cosa, tu respuesta de fidelidad constante, tu amor, por que el amor lo paga
todo. Cuando contemplamos la cruz, sólo puedo escuchar una voz del “buen
pastor” que se regocija porque se ha convertido un alma a su amor y las demás
permanecen en su amor, “¡yo os amo mucho!”.
Les invito a permanecer un momento en meditación
para continuar con nuestro encuentro, no se distraigan con los otros, ahora es
el encuentro con Dios para entrar en intimidad con Él y pónganle en sus manos
todo lo que cada uno es frente a Él, con una fe desnuda y directa.
Posteriormente continuaremos nuestro encuentro.
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