¡Venga Tu Reino!
Adolfo Ruiz Guzmán
26 de septiembre de 2013
Retiro
Convento…
¿Quién es?
Introducción
Continuamos nuestro caminar, ahora tendremos otra
meditación donde el final de la misma debe ser el poder dar una respuesta a
Jesucristo quien nos pregunta, ¿quién dices que soy Yo?
Calentamiento previo
Recuerdan que para meditar realizamos ejercicios
de calentamiento, ahora quiero proponerles para ello una oración muy hermosa,
la cual escribió San Francisco, quien es el hombre quien más se ha asemejado a
Nuestro Señor.
Altísimo y omnipotente buen Señor, tuyas son las
alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen y ningún hombre
es digno de nombrarte.
Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor, de ti,
Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las
estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento y
por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo, por todos ellos a tus
criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua, la
cual es muy humilde, preciosa y casta.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por
el cual iluminas la noche, y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra
madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con
coloridas flores y hierbas.
Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan
por tu amor, y sufren enfermedad y tribulación; bienaventurados los que las
sufran en paz, porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte
corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad porque la muerte
segunda no les hará mal.
Alaben y bendigan a mi Señor y denle gracias y
sírvanle con gran humildad.
Texto Evangélico
Una vez dados los ejercicios de calentamiento,
dispongámonos a meditar el texto Evangélico (Mt 16, 13 – 20).
“Al llegar Jesús a la
región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ‘¿Quién dice la gente
que soy yo?’. Ellos dijeron: ‘Unos dicen que eres Juan Bautista; otros dicen
que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas’.
Jesús les preguntó: ‘Y
ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Simón contestó: ‘Tú eres el Cristo, el
Hijo del Dios vivo’. Jesús le respondió: ‘Feliz eres, Simón Bar-Joná, porque no
te lo enseñó la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos.
Y ahora, yo te digo: Tú
eres Pedro, o sea Piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las
fuerzas del infierno no la podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino de
los Cielos: todo lo que ates en la tierra será atado en el Cielo, y lo que
desates en la tierra será desatado en los Cielos".
Primera día: una pregunta muy profunda
Ante la realidad de nuestra vida, vienen momentos
complicados, vienen dificultades, nuestra fe duda, porque no alcanzamos a tener
la fe madura. Jesús se presenta como una novedad.
Jesús sale al paso para hacernos una pregunta
fundamental, visualicemos a los discípulos quienes aún no conocen al maestro,
ya han convivido mucho con Él pero aún así no han penetrado en la profundidad
del amor de Dios.
¿Quién dice la gente que soy Yo? Es una pregunta
muy profunda y se la suelta a los discípulos, las respuestas son tan diferentes
como personas les pudieron haber hecho.
Las respuestas son tan diversas como la concepción
se tiene de la vida, unos decían Juan “el Bautista”, porque quienes lo decían
fueron sus discípulos y descubrieron en Juan la figura del profeta que clama en
el desierto, quien sería el último profeta antes de Jesús.
Algunos se quedaban en el pasado, con Elías o
Jeremías, seguían esperando un nuevo profeta pero no habían visto a la plenitud
frente a sus ojos.
Pero aquí el punto central, ¿quién dices tú que
soy? Dependiendo la respuesta es la relación que has construido con el Señor,
de la forma en la cual quieres relacionarte con Él.
De ahí parte toda una realidad, la forma en la
cual describas será incluso la medida de cómo vives tu fe, la intensidad y la
calidad de la misma. Esa pregunta desnuda el interior de nuestra alma y sólo
debemos responder de la misma forma, con una fe totalmente desnuda.
Segundo punto: Tú eres el Hijo de Dios vivo
La respuesta de Pedro, necesariamente requería la
iluminación por parte del Espíritu Santo, porque esa teofanía era producto de
una persona llena de fe. No echemos en saco roto la respuesta, porque le dice
eres el Hijo de Dios vivo.
Esa es la clave, el Dios vivo, queridos hermanos,
hay que hacer nuestra esa realidad, es un Dios vivo, que está constantemente en
nosotros, quiere también compartir en nosotros la vida plena, la vida eterna.
Cuando llegamos a una fe madura, seremos capaces
de entender esos misterios, pero el primer misterio es ser capaces de comprender
las señales de Dios en nuestra vida, las marcas de su paso en nuestra vida, así
es cuando seremos capaces de ver la obra del Dios vivo en nosotros.
Tercer punto: la fe se pide de rodillas
La única forma de alcanzar dar una respuesta como
la de Pedro, es de rodillas, porque la fe se pide de rodillas, se pide con
humildad delante del Señor, si somos MESAC debemos estar unidos en esa oración
constante que nos haga dar vida, que nos haga ser portadores de esa buena
nueva.
El Señor quiere edificar a través de nosotros su
Iglesia, quiere que cada uno de nosotros se convierta en una piedra viva para
ser cimiento de quien se acerca a nosotros para dar vida.
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