miércoles, 23 de octubre de 2013

Compartir MESAC del 26 de septiembre de 2013, tercera parte

¡Venga Tu Reino!

Adolfo Ruiz Guzmán
26 de septiembre de 2013
Retiro
Convento…
¿Quién es?
Introducción

Continuamos nuestro caminar, ahora tendremos otra meditación donde el final de la misma debe ser el poder dar una respuesta a Jesucristo quien nos pregunta, ¿quién dices que soy Yo?
Calentamiento previo



Recuerdan que para meditar realizamos ejercicios de calentamiento, ahora quiero proponerles para ello una oración muy hermosa, la cual escribió San Francisco, quien es el hombre quien más se ha asemejado a Nuestro Señor.

Altísimo y omnipotente buen Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, te convienen y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, especialmente en el Señor hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor, de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo, por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua, la cual es muy humilde, preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual iluminas la noche, y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor, y sufren enfermedad y tribulación; bienaventurados los que las sufran en paz, porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar.

Ay de aquellos que mueran en pecado mortal. Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor y denle gracias y sírvanle con gran humildad.

Texto Evangélico

Una vez dados los ejercicios de calentamiento, dispongámonos a meditar el texto Evangélico (Mt 16, 13 – 20).

“Al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ‘¿Quién dice la gente que soy yo?’. Ellos dijeron: ‘Unos dicen que eres Juan Bautista; otros dicen que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas’.

Jesús les preguntó: ‘Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Simón contestó: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo’. Jesús le respondió: ‘Feliz eres, Simón Bar-Joná, porque no te lo enseñó la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos.

Y ahora, yo te digo: Tú eres Pedro, o sea Piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las fuerzas del infierno no la podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: todo lo que ates en la tierra será atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra será desatado en los Cielos".
Primera día: una pregunta muy profunda

Ante la realidad de nuestra vida, vienen momentos complicados, vienen dificultades, nuestra fe duda, porque no alcanzamos a tener la fe madura. Jesús se presenta como una novedad.

Jesús sale al paso para hacernos una pregunta fundamental, visualicemos a los discípulos quienes aún no conocen al maestro, ya han convivido mucho con Él pero aún así no han penetrado en la profundidad del amor de Dios.

¿Quién dice la gente que soy Yo? Es una pregunta muy profunda y se la suelta a los discípulos, las respuestas son tan diferentes como personas les pudieron haber hecho.

Las respuestas son tan diversas como la concepción se tiene de la vida, unos decían Juan “el Bautista”, porque quienes lo decían fueron sus discípulos y descubrieron en Juan la figura del profeta que clama en el desierto, quien sería el último profeta antes de Jesús.

Algunos se quedaban en el pasado, con Elías o Jeremías, seguían esperando un nuevo profeta pero no habían visto a la plenitud frente a sus ojos.

Pero aquí el punto central, ¿quién dices tú que soy? Dependiendo la respuesta es la relación que has construido con el Señor, de la forma en la cual quieres relacionarte con Él.

De ahí parte toda una realidad, la forma en la cual describas será incluso la medida de cómo vives tu fe, la intensidad y la calidad de la misma. Esa pregunta desnuda el interior de nuestra alma y sólo debemos responder de la misma forma, con una fe totalmente desnuda.
Segundo punto: Tú eres el Hijo de Dios vivo

La respuesta de Pedro, necesariamente requería la iluminación por parte del Espíritu Santo, porque esa teofanía era producto de una persona llena de fe. No echemos en saco roto la respuesta, porque le dice eres el Hijo de Dios vivo.

Esa es la clave, el Dios vivo, queridos hermanos, hay que hacer nuestra esa realidad, es un Dios vivo, que está constantemente en nosotros, quiere también compartir en nosotros la vida plena, la vida eterna.

Cuando llegamos a una fe madura, seremos capaces de entender esos misterios, pero el primer misterio es ser capaces de comprender las señales de Dios en nuestra vida, las marcas de su paso en nuestra vida, así es cuando seremos capaces de ver la obra del Dios vivo en nosotros.
Tercer punto: la fe se pide de rodillas

La única forma de alcanzar dar una respuesta como la de Pedro, es de rodillas, porque la fe se pide de rodillas, se pide con humildad delante del Señor, si somos MESAC debemos estar unidos en esa oración constante que nos haga dar vida, que nos haga ser portadores de esa buena nueva.


El Señor quiere edificar a través de nosotros su Iglesia, quiere que cada uno de nosotros se convierta en una piedra viva para ser cimiento de quien se acerca a nosotros para dar vida.

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