Hoy con la gran noticia con la cual nos despertamos, fue la
sorprendente renuncia de Su Santidad el Papa Benedicto XVI, la cual ha
despertado un revuelo en el mundo entero. Unos se han pronunciado en agradecer
al Pontífice por su gran labor al frente del trono de Pedro, otros, los menos,
afirman sobre una serie de especulaciones y conspiraciones en torno a ello. Lo único
cierto, es lo dicho por el propio Papa, fue una decisión tomada delante de
Dios.
El Papado de Benedicto, fue muy particular porque nos dejó
mucho en cuestiones teológicas, tres encíclicas, varias exhortaciones, libros,
cartas, etc. En el campo humano, su gran humildad, caridad, pero también
congruencia.
También le tocó hacer frente a los grandes temas de la
Iglesia, se atrevió a hablar de ellos, pero lo más importante, dio pasos firmes
para combatirlos con las armas de la verdad.
Podríamos escribir tantas cosas sobre Benedicto XVI, pero
ninguna le haría justicia, porque nos quedamos limitados, no alcanzamos a tocar
todas las dimensiones de este gran hombre, quien dejará una gran huella en la
Iglesia de Cristo, en todos quienes somos contemporáneos y mucho más allá.
Yo me quedo con la imagen del Papa en León, en la última
noche en su estancia en nuestro país, donde agradeció todos los detalles y el
cariño de un pueblo quien recibía al sucesor de Juan Pablo II y despedía a
Benedicto XVI. Ahí se vio a un hombre relajado, alegre, entusiasta, sencillo,
el cual disfrutaba del mariachi y de las porras y de todo el entorno.
La única frase la cual puede resumir nuestro sentimiento es
de agradecimiento, por su entrega, generosidad, dinamismo, por ser un gran
pastor. Dios le guarde siempre Santo Padre y como sé, estará presente de alguna
forma, no le diremos adiós sino ¡Hasta pronto Benedicto XVI!
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