lunes, 25 de febrero de 2013

El primer paso

Hace unas semanas comenzábamos una nueva serie sobre el perdón. Comentábamos la importancia de comprender el poder liberador contenido en nuestra capacidad de amar, porque dejamos el odio por el amor.
También mencionábamos ciertos presupuestos para lograr un verdadero perdón de corazón, el cual permita crecer, madurar e ir a más. Pero ahora proponemos unos sencillos pasos para lograr dar pasos en el camino hacia nuestra meta, perdonar de corazón.
El primer paso, es reconocer mi situación de doliente, es decir, debo asumir mi dolor por un hecho y comprender la realidad de la herida, estoy dolido. Ello implica un esfuerzo sobrehumano, porque es vencer con mi orgullo, con mi vanidad de creerme superior, pero también de creerme invencible.
La incapacidad de perdonar surge por no poder superar este primer paso. No puedo soportar el hecho de aceptar la influencia negativa de otra persona sobre mí. Es decir, fui sujeto pasivo de una acción o hecho, el cual se me escapó de mis manos y por tanto de mi control.
Pero también aquello fuera de mi control, me causa estrés, ansiedad, irritación, incertidumbre, porque no soy capaz de hacer frente a ello, supera mi esfera de competencia. Experimento impotencia, pero también el orgullo me ciega para reconocer mi herida y mi dolor.
Cuando soy capaz de enfrentarme a mí mismo y descubrir mis debilidades, dolencias y carencias, puedo asumirlas y así aprender a ser libre. Por tanto, el perdón será más sencillo porque aprendo a no estar sometido al influjo del otro quien me ofendió, lastimó, hirió, etc.
También es importante darnos cuenta de comprender un hecho, el ser humano es un ser de procesos, de tiempo, en el perdón es reconocer otra cosa, bienvenido hermano, se descompuso el elevador y tienes que subir al quinto piso por las escaleras.
Paso uno entonces, para llegar a la meta y sí comenzar el proceso del perdón, es reconocer mi herida, la cual fue hecha por cuestiones ajenas a mí, fuera de mi control. Si bien no decidí sobre ello, sí puedo y soy capaz de decidir sobre mi reacción ante aquello que no puedo cambiar. Ello me traerá paz.

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