En unas horas comenzará el conclave para buscar a quien será
el sucesor de Pedro, inmediato de Benedicto XVI, si bien deja unos zapatos
enormes, será un reto escuchar al Espíritu Santo en medio de la tormenta en la
cual vivimos como la Iglesia Católica.
Los llamados “príncipes” de la Iglesia, deben escuchar en lo
más profundo de su ser la tenue voz del Espíritu Santo y así, elegir a quien
dirigirá los destinos de nosotros los católicos, porque es proyecto de Dios, es
su Iglesia y Él es quien al final, debe mover las fichas del ajedrez.
Será un reto para los hombres, pero no para Dios, porque Él
ya ha hecho una elección. Para los hombres, todo parece confuso, sin una unidad
visible, pero Él se encargará de dar las pautas para nombrar a quien será su
Vicario.
De verdad, el próximo conclave, se presenta como una
oportunidad inmensa para ver la mano de Dios en su Iglesia, porque ahora
pudiera parecer confuso y oscuro para los hombres, pero no para quienes tenemos
fe, quienes comprendemos el hecho de ser parte de la Iglesia, pero también
sabemos quién es el verdadero dueño.
Ahora pudiera parecer una situación de orfandad, estamos sin
ovejas sin pastor, pero Dios no nos deja, ya ha marcado a un hombre, ya ha
escrito quién será su presencia en la tierra para así sea un pastor y nos
lleve, guíe y oriente.
No olivemos, es proyecto de Dios y sólo Él sabrá quién saldrá
en el balcón como sucesor de Pedro, Vicario de Cristo.
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