El actual proceso electoral se podría calificar de curioso,
extraño, digno de una sátira política. El problema es de raíz, porque el juez
encargado de mediar a los actores políticos ha demostrado serias deficiencias
en su desempeño.
Para iniciar el Presidente del Consejo ha dejado mucho a
desear, porque ha demostrado una seria incapacidad de liderazgo frente a los
partidos políticos y los representantes ante el organismo. Llegando al grado de
ser ninguneado por los todos los involucrados en el proceso, desde los partidos
políticos hasta los medios de comunicación.
Algunos partidos han abusado de los huecos de la nueva ley
electoral, pasándose las violaciones por la estela de luz (por aquello del
cinismo), adelantando campañas, realizando los famosos actos anticipados,
colocar propaganda en lugares prohibidos y por supuesto llevando a cabo una
guerra sucia.
Ahora, el colmo, una de las televisoras, argumentando estar
en su derecho, se niega a transmitir el debate entre los candidatos a la
Presidencia de la República, para dar paso en su lugar a un partido de fútbol.
Las deficiencias del IFE han ensombrecido el proceso
electoral, porque se presenta como un Instituto alejado de su esencia y
rebasado por los signos de los tiempos, para convertirse en una farsa. Es lamentable
ver cómo van tirando ladrillo a ladrillo la confianza construida por muchos
años.
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