lunes, 13 de diciembre de 2010

¿Hasta dónde?

Un punto fundamental de toda relación humana es el respeto, el respeto es la base de la convivencia social y marca ciertas pautas de comportamiento. En esa línea, se permite establecer límites, cabe mencionar, no es indiferencia, ni falta de amor, sencillamente es, amar sin ahogar, sin atropellar, sin limitar, sin infringir.
Cuántas veces vemos en las familias la intolerancia hacia las ideas de los demás, porque son diferentes a las mías, porque para mi parecer no son sensatas o porque me aventuro a opinar sobre las relaciones de mi ser querido con otras personas, especialmente en el noviazgo.
El respeto consiste en dejar experimentar, aconsejar pero no intervenir, opinar sin lastimar o menospreciar y menos aún sin burlarme del otro, por más absurdo o sinsentido sea a mí parecer.
Una expresión muy atinada refiere “el respeto purifica el alma y si no lo tienes es porque nunca tuviste alma”. La regla básica es, respeta a los otros si esperas respeto, no exijas aquello que no estés dispuesto a dar.
Algo tan sencillo pero tan difícil de aplicar, aprender a respetar.

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