sábado, 21 de enero de 2012

Jamás perderás

El mayor temor de los hombres sobre el amor es no ser correspondidos. Pero ahí es necesario ver el origen de ese miedo. Porque cuando uno ama de verdad no importa el ser correspondido.
Cuando amas jamás perderás a pesar de nunca encontrar respuesta, aún a costa del desaliento, del desprecio o de la indiferencia del ser sujeto de nuestro amor. Porque amar es lo más sublime y puro del hombre.
Por tanto, nunca podrá fundamentarse el temor al amar, porque los esfuerzos se remunerarán en la propia persona la eleva, dignifica y transfigura. Pero lo más importante, la humaniza.
Es cierto, se han escrito infinidad de cosas sobre el amor, pero mientras en tu corazón no lo experimentes, jamás sabrás sobre el verdadero amor. También es cierto, en el amor se requiere una mezcla exacta de locura y de razón, porque es querer aventarse al vacío, conociendo la aventura de la vida.
El amor se vuelve tan inmenso, donde ni siquiera contar las estrellas del cielo serían suficientes bastarían como medida. Como diría San Agustín “la medida del amor es amar sin medida”.
Pocos se atreven, pero los afortunados se dan cuenta de su valor, la vida entera.

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