Para quienes somos comunicadores, el flujo de la información
ha cobrado una velocidad increíble, los sucesos ocurren en instantes y no sólo
eso, sino se da una sucesión de acontecimientos los cuales tornan obsoletos a
los anteriores. Aunado a ello, la inmediatez de las redes sociales, permiten
informar de forma veraz y oportuna un hecho. Es impresionante lo efímero de la
información.
La semana pasada tuvimos un gran número de situaciones en
las cuales el peso de una nueva noticia sustituyó a otra. Caso concreto, muere
la gran Sara Montiel, una gran diva del mundo del espectáculo español; no ha
pasado una hora cuando se anuncia al mundo la muerte de la Baronesa Margaret Thatcher,
la dama de hierro. El peso de la noticia se cargó sobre la Baronesa Thatcher.
Si todavía hacemos un poco más de memoria, en febrero las
noticias de ocho columnas versaban sobre la renuncia del actual Papa Emérito y
el cónclave. Durante dos meses la atención se centró en el Vaticano y en el
futuro Papa, quien ahora sabemos es Su Santidad Francisco. Ahora parecen tan
lejanos esos días y pocos se acuerdan del Papa Emérito.
Otro ejemplo, los reflectores se centraron en Venezuela el
domingo pasado por los comicios electorales, resultando ganador Nicolás Maduro.
Hoy hasta pasado el medio día, era la información del momento, dejó de serlo al
enterarnos de las bombas en Boston en el marco del Maratón de esa ciudad.
Por desgracia, aunado a lo efímero de la información,
también corremos el riesgo de perder nuestra capacidad de asombro. Nos estamos
acostumbrando a la voracidad de la información y nuestra memoria se vuelve
limitada.
Aprovechemos la inmediatez de la información para estar
mejor enterados de nuestro entorno y así actuar en consecuencia para construir
una sociedad más justa y humana.
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