La sociedad en nuestros días enfrenta el peligro del
relativismo, es un gran peligro, porque afirma la incapacidad de poder conocer
la Verdad, todo es relativo y cada uno es poseedor de su propia verdad. Ello
implica el hecho de la incapacidad del hombre de conocer la Verdad sino sólo
aproximaciones limitadas, siendo la Verdad única, objetiva y universal.
Se llegan a los absurdos de afirmar sobre la licitud de
cualquier cosa siempre y cuando no afecte a otros. Se quiere “democratizar” la
Verdad, cuando el consenso no hace la realidad, lo justo o lo correcto.
Hoy se busca exaltar la libertad sin responsabilidad, sin
límite alguno, exigencia o autoridad. Eso transforma a las personas en veletas,
orientándose a donde el viento sople, minando totalmente la voluntad y la capacidad
de decisión.
El relativismo ha permeado en todos los niveles, medios de
comunicación, ideologías, mina instituciones, la sociedad completa. Los
síntomas, hay una severa crisis de valores, el conformismo, el ahí se va, en
fin.
¿Cuál es la solución? Darnos cuenta de la existencia de no
negociables. Es decir, aceptar con humildad la existencia de la Verdad, eso es
una certeza, la Verdad no depende del sujeto cognoscente, quien busca
conocerla, existe porque es. El hombre en su soberbia piensa ser agente de
cambio de ella, para acomodarla a su conveniencia.
Ante los “demócratas” de la Verdad, ahí también hay no
negociables, aún cuando se busque el acuerdo de una mayoría no cambia la
realidad, lo que es. Aún cuando los legisladores aprueben el aborto, no implica
su licitud, rectitud o moral o cambia el hecho de ser un homicidio.
La libertad necesariamente para ser libre, permitiendo la
expresión, requiere también el auto control, pero también otra capacidad
perdida por muchos, el decir no. El auto control es signo de madurez, de
dominio de sí y de un perfecto autoconocimiento, ello me permite saber mis
límites para ser verdaderamente libre y por tanto pleno.
En el caso de los valores, es más sencillo comprender la
existencia de los no negociables, los valores no cambian, por eso son valores,
son eternos, son perenes, no pasan de moda. El conformismo se vence
comprendiendo la necesidad del hombre de ir más allá, pero no en el aspecto
material, sino de trascendencia del hombre, porque en todo busca dejar huella
de su paso, siempre y cuando sea para bien.
La forma para vencer al relativismo es vivir de acuerdo a
estos no negociables, como la humildad para reconocer la existencia de la
Verdad, única, inmutable y eterna. Ante los consensos absurdos, recordad la
mayoría no genera la razón. Para la libertad recordar, no es absoluta, para ser
libres verdaderamente, también se requieren límites y un verdadero autoconocimiento.
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