miércoles, 28 de noviembre de 2012

Cuando se acaba, es para siempre

Una de las certezas en las relaciones humanas, es su final. El final es un elemento poco considerado, porque siempre se busca la eternidad de las mismas, pero eso es como hablar de la inmortalidad corporal del hombre.
No es pesimismo o un sentido de materialismo, pero el hombre siempre busca novedad y tiene pocas relaciones eternas. En la amistad, muchas veces el tiempo o la distancia la merma, las va deteriorando hasta llegar al punto de intentar recuperar el lazo en común, o el vínculo entre los amigos.
El problema en esa amistad, fue el hecho de no cultivarla, no abonarla, no procurarla y es una tontería pensar que todo sigue igual, cuando no es así, ambos siguieron caminos distintos y maduraron de formas diversas.
Ni mencionar en las relaciones amorosas, porque cuando no se tiene amor verdadero, son tan frágiles y efímeras. El problema es no aprender una lección fundamental, cuando se acaba, es para siempre.
En las relaciones, siempre se corre el riesgo de salir raspado, pero es como los toros, un buen matador, tiene buenas tardes, otras mágicas, pero seguro, en alguna vez, fue cornado, eso le hace crecer y madurar, eso sí, ello no quitará su deseo de dar una buena faena.
El ejemplo burdo, nos ilustra el perder el miedo, porque por una mala tarde, no quiere decir, una mala faena en la vida.

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