domingo, 7 de diciembre de 2014

Comienzo de la Buena Nueva



Comenzamos la II Semana de Adviento (Mc 1, 1 – 8) donde comienza la Buena nueva.

“Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios. Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.
Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos, así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.
Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.
Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:
"Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo"”.
En el Segundo Domingo de Adviento del Ciclo B, arranca la narración del Evangelio de San Marcos, el más breve de todos, pero que nos habla más sobre la persona de Cristo.

En este inicio, escuchamos la Buena Nueva de Jesús, a través de la sintonía de los ecos de los profetas desde Isaías hasta Juan el Bautista que fue quien tuvo de gracia de ver e incluso, bautizar al Salvador.

Hoy queremos retomar la misión profética de cada uno de nosotros, de ayudar en el comienzo de la Buena Nueva, de ser como los profetas, predicar de quien viene detrás de nosotros, no de nuestra persona sino de quien viene a redimir al mundo.

Ahora estamos preparando la segunda venida del Señor, debemos dar testimonio de ello por nuestros actos, forma de ser, palabras pero lo más importante por la congruencia.

No basta con cumplir los mandamientos, hay que ir a más, a aprender a vivir en la libertad de las bienaventuranzas de Jesús, en la alegría y la esperanza que nos da el sentirnos y sabernos hijos de Dios.

El Adviento es esperanza en la alegría que Dios nunca nos dejará solos, que no importa que nosotros nos alejemos, Él es fiel y siempre estará ahí con sus brazos amorosos y abiertos para darnos la bienvenida al gozo eterno que da a quien lo busca de corazón.

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