Hoy por fin terminaron los 90 días de las campañas políticas
en nuestro país, pero en un ejercicio auténticamente democrático, deberíamos
hacernos esa pregunta, ¿qué nos dejaron las campañas políticas?
Por el lado de las instituciones quedan muy mermadas, porque
el árbitro encargado de las elecciones, dejó pasar una serie de tropelías y
chapuzas por parte de algunos actores políticos. Permitieron se desarrollara
una guerra sucia deleznable por parte principalmente, de dos contendientes y
sus respectivos partidos postulantes.
Todo ello, generó un clima de encono y odio por parte de los
simpatizantes y militantes de los diversos partidos políticos. El Instituto Federal
Electoral, no generó un clima propicio para la discusión de ideas y en cambio,
se privilegiaron los arrebatos,
calumnias, difamaciones y descalificaciones personales; las cuales rebajaron el
nivel de política en nuestro país, dejando en claro en paupérrimo nivel de
democracia mexicana.
Por parte de los medios de comunicación, unos, la mayoría en
honor a la justicia, se mantuvieron neutrales favoreciendo en sus espacios la
difusión de propuestas por parte de algunos de los candidatos. Pero es triste
ver, el irresponsable papel de otros, los menos, quienes descaradamente
apoyaron a candidatos en particular, minando su credibilidad y objetividad.
Pero también en justicia, algunos medios contribuyeron a
minar la credibilidad del órgano electoral por revancha por la pérdida de
ganancias, al eliminar la posibilidad de la contratación directa de espacios
por parte de los Partidos Políticos, quedando el IFE, como el único encargado
de realizar las pautas en los diversos medios.
En las siguientes elecciones será necesario regular un incipiente
medio de comunicación alternativo, las llamadas redes sociales. En los presentes
comicios se demostró el uso en algunos casos irresponsablemente de las mismas,
promoviendo chismes, falacias, infundios, engaños y mentiras. Pero también,
coadyuvaron a acercar al candidato con sus electores.
También en esta campaña, los llamados politólogos o
analistas políticos, pensando equivocadamente ser los guardianes y garantes de
la verdad, contribuyeron al encono entre militantes y simpatizantes, sirviendo
a mezquinos intereses.
Algunos jóvenes engañados, enarbolaron un movimiento sin
saber realmente de la manipulación de la que fueron sujetos. Demostrándolo
ellos mismos al no poder llevar a buen término un manifiesto o un postulado de
su plan de acción, sin sustento o propuestas. Las ocurrencias no cambian el
destino de un país.
En resumen, ¿esto es democracia? ¿Este el cambio verdadero
tan mencionado?
Ante todo ello, los mexicanos saldremos a votar libre y
razonadamente, cada quien tiene sus preferencias muy respetables, las cuales deberán
plasmaran en un sufragio, de acuerda a su conciencia.
El dos de julio México debe amanecer con un triunfo para la democracia
y con la actitud madura de los contendientes; humilde en la derrota y generoso
en la victoria.
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