Estamos a punto de concluir la Pascua, hoy celebramos la
fiesta de la gran certeza de Jesús, la Ascensión del Señor (Mt 28, 16 – 20)
donde nos dijo que se quedará todos los días hasta el fin del mundo.
“En aquel
tiempo, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los
había citado. Al verlo, se postraron delante de Él; sin embargo, algunos
todavía dudaron. Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder
en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan
que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he
mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo".
En nuestra vida cotidiana experimentamos un periodo que le
he llamado el limbo entre la Crucifixión y la Ascensión, si bien pudiera
parecer una herejía, tiene mucho sentido y fundamento. Los cristianos caemos en
la tentación de quedarnos en el Viernes Santo, llorando y lamentándonos sobre
la muerte de Jesús, ahí reflejamos una fe de sentimiento, creo porque vi,
experimenté, escuché, pero que no trasciende ante la tempestad.
Otros experimentamos el limbo, vivimos la Crucifixión,
estamos esperando la resurrección, pero no sabemos reconocer el milagro de
encontrarnos con el resucitado, nos pasa como los discípulos de Emaús, donde
Cristo pasa, camina, habita entre nosotros, pero no lo reconocemos.
Experimentamos una fe un poco más avanzada, pero seguimos en la zozobra de no
experimentar al resucitado, el ejemplo de ello es Tomás, hasta no ver no creer.
El limbo de la fe, es una experiencia poco gratificante,
incluso dolorosa, porque queremos creer, pero no tenemos razones para ello,
queremos amar, pero limitamos nuestra respuesta, queremos tener fe, pero no
damos el paso que requiere.
La fiesta de la Ascensión nos da las claves para salir del
limbo y creer de verdad, afirmarnos y renovarnos en la fe, con esta fiesta
renovamos nuestra creencia en la gran certeza de Jesús, yo estaré siempre con
ustedes hasta el fin del mundo.
Y así se hace presente, en muy diversos momentos, en
diversas circunstancias, personas, salgamos del limbo y demos el paso, que sólo
se fortalecerá con Pentecostés, abrecemos la fe, tirémonos al abismo donde
sabremos que Cristo es quien nos la gran certeza.
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