Aunque parezca una negación, es una afirmación. Es el sentir de las personas emprendedoras, seguras, firmes, dinámicas para las que el “no”, es una palabra ausente en su vocabulario. Para quienes la única forma de salir adelante es el trabajo arduo, cotidiano, honesto. Para quienes buscan construir y no destruir, dialogar y no confrontar. Para quienes han encontrado la verdadera libertad que sólo es posible si se vive con paz interior.
viernes, 27 de junio de 2014
domingo, 8 de junio de 2014
Reciban el Espíritu Santo
Terminamos el gran tiempo de la Pascua con la fiesta de
Pentecostés (Jn 20, 19 – 23), hoy también celebramos el aniversario de la
fundación de la Iglesia
“Al atardecer
de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del
lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús
y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con
ustedes!".
Mientras decía
esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría
cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con
ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes".
Al decirles
esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo. Los pecados
serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que
ustedes se los retengan".
La única forma en la cual los discípulos pudieron tener el
valor para salir al mundo a propagar la buena nueva del Evangelio era con la
fortaleza del Espíritu Santo, con ese acto podemos llamar que en ese instante
se funda la Iglesia peregrina y la continuidad de los siglos.
Las palabras que resuenan hasta nuestros días: “yo también
los envío a ustedes”, esa es nuestra misión y hoy más que nunca deben resonar
en nuestros corazones, todos estamos llamados a perpetuar la continuidad de los
siglos, todos tenemos la vocación de ser misioneros.
Hoy es un gran día para recordar nuestro llamado a ser
discípulos, misioneros seguidores de Cristo, a todos en nuestro entorno, para
quienes alrededor nuestro sean capaces de experimentar su amor y ver a través
de nuestra faz, al resucitado.
Jesucristo no nos iba a mandar a la batalla sin tener un
gran aliado, sin tener las herramientas necesarias para poder cumplir con la
misión que tenemos por el hecho de ser bautizados, pero la plenitud vendría por
nuestra confirmación, cuando el Espíritu Santo habitara en nosotros.
Hoy agradecemos ese gran regalo en el momento en que
Jesucristo nos dijo: “reciban el Espíritu Santo” y es ese “gran desconocido”
por el cual logramos hacer lo imposible, el que nos ilumina, acompaña, nos
fortalece, nos vigoriza y nos impulsa.
Más que nunca digamos: ¡ven Espíritu Santo!
viernes, 6 de junio de 2014
martes, 3 de junio de 2014
domingo, 1 de junio de 2014
La gran certeza de Jesús
Estamos a punto de concluir la Pascua, hoy celebramos la
fiesta de la gran certeza de Jesús, la Ascensión del Señor (Mt 28, 16 – 20)
donde nos dijo que se quedará todos los días hasta el fin del mundo.
“En aquel
tiempo, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los
había citado. Al verlo, se postraron delante de Él; sin embargo, algunos
todavía dudaron. Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder
en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan
que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he
mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo".
En nuestra vida cotidiana experimentamos un periodo que le
he llamado el limbo entre la Crucifixión y la Ascensión, si bien pudiera
parecer una herejía, tiene mucho sentido y fundamento. Los cristianos caemos en
la tentación de quedarnos en el Viernes Santo, llorando y lamentándonos sobre
la muerte de Jesús, ahí reflejamos una fe de sentimiento, creo porque vi,
experimenté, escuché, pero que no trasciende ante la tempestad.
Otros experimentamos el limbo, vivimos la Crucifixión,
estamos esperando la resurrección, pero no sabemos reconocer el milagro de
encontrarnos con el resucitado, nos pasa como los discípulos de Emaús, donde
Cristo pasa, camina, habita entre nosotros, pero no lo reconocemos.
Experimentamos una fe un poco más avanzada, pero seguimos en la zozobra de no
experimentar al resucitado, el ejemplo de ello es Tomás, hasta no ver no creer.
El limbo de la fe, es una experiencia poco gratificante,
incluso dolorosa, porque queremos creer, pero no tenemos razones para ello,
queremos amar, pero limitamos nuestra respuesta, queremos tener fe, pero no
damos el paso que requiere.
La fiesta de la Ascensión nos da las claves para salir del
limbo y creer de verdad, afirmarnos y renovarnos en la fe, con esta fiesta
renovamos nuestra creencia en la gran certeza de Jesús, yo estaré siempre con
ustedes hasta el fin del mundo.
Y así se hace presente, en muy diversos momentos, en
diversas circunstancias, personas, salgamos del limbo y demos el paso, que sólo
se fortalecerá con Pentecostés, abrecemos la fe, tirémonos al abismo donde
sabremos que Cristo es quien nos la gran certeza.
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