Elegir nuevos rumbos y cerrar ciclos no es tarea sencilla, requiere una firme y decidida voluntad para respaldar las decisiones tomadas. Los caminos para asegurar el éxito requieren recorrerse paso a paso y no hay atajos, vías cortas o “trampas”. Ese éxito se pavimenta con el corazón, pero también con la razón.
Los hombres queremos certezas, seguridades, manuales para nuestra vida, pero la realidad es muy diferente. Avanzamos con lo que está a nuestras manos, muchas veces es por fe, otras por necedad, otras por amor, en fin, pero lo cierto es la inexistencia de manuales para vivir.
Las guías para nuestra vida, las luces son en primer lugar nuestros padres, quienes nos orientan para crecer de acuerdo a su ejemplo, lo hacen con un amor desbordado, pero exigente. Con ellos en con quien aprendemos a vivir en una libertad responsable, porque nos enseñan a volar. Así se forma una comunidad basada en el amor y respeto, la familia.
Seguimos transitando en nuestra vida y nos encontramos con profesores y mentores, quienes nos instruyen para ser cada vez más letrados. Ellos merecen nuestro agradecimiento porque nos abrieron el camino del saber – conocer.
Nuestros amigos se unen a nosotros por el sendero de nuestra existencia, permitiéndola hacer más llevadera y divertida. Ellos se convierten en la familia de nuestra elección. Aprendemos a su lado de los golpes de la vida, de los desamores, de las alegrías y gozos, ahí encontramos un hombro en el cual nos podemos recargar para reír o llorar.
La vida por tanto se va convirtiendo en una gran academia, donde nunca acabamos de aprender, de sorprendernos, de descubrir, de maravillarnos y no termina porque aún en la muerte aprendo y me perfecciono.
Conforme el trajín de nuestra existencia me abro a los misterios de la misma, comprendo que es fundamentada la razón de nuestra esperanza. Hay tanto por hacer y experimentar, pero también mucho por conocer y amar. La esperanza nos permite comprender que siempre viene lo mejor, y no porque ahora no lo sea, sino porque será excelente.
Es por eso este post, para informar a mis queridos lectores y amigos que ya no voy a compartir mis reflexiones tan frecuentemente como antes, pero no por ello significa que termina este blog, por el contrario, vendrá un nuevo episodio y un nuevo capítulo.
En el orden mencionado agradezco a todos y cada uno de ustedes que han compartido tanto para enriquecer este espacio, a ustedes quienes me dieron mucho material para compartir y también por todo su apoyo desde que salimos hace poco menos de un año.
Cierro sólo este post, recordando nuestra frase y el por qué surgió. ¡No, cómo no! En la vida no hay un no definitivo, sólo aquél que nosotros mismos nos demos.
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